Fuente: Georgiy Dolgopskiy
En 1712 Pedro I trasladó la capital desde Moscú a la nueva ciudad de San Petersburgo. Desde entonces el camino entre las dos ciudades se ha convertido en un importante "carretera gubernamental". Durante los dos siglos que los monarcas viajaron por este camino se crearon nuevas ciudades y monasterios. En la segunda mitad del siglo XVIII, en época de Catalina II, la carretera fue pavimentada con piedra y para que la mandataria viajase cómodamente había un palacio cada 65 km, por lo que en total se levantaron 11 palacios. En Tver, la cuidad antigua en las orillas del río Volga, queda uno de los palacios más lujosos.
En el año 1800. Fuente: Carlo Rossi
La mayoría de estos palacios no son tan notables. Se trata de modestos edificios de dos pisos con un frontón triangular en el centro construidos en un mismo estilo. Cuando la Emperatriz no los usaba - la mayor parte del tiempo- eran utilizados por el servicio de correos o como hotel.
El Palacio de Tver era una excepción. Estaba construido en base a los modelos de las residencias de San Petersburgo donde se daban bailes de gala y recepciones formales.
En 1767 Catalina visitó el palacio durante su viaje a Simbirsk (hoy día Uliánovsk, a unos 900 km al este de Moscú). Iba acompañada por un séquito de casi 2.000 personas, entre el que se encontraban los embajadores de Austria, Francia y Gran Bretaña. El lujo de los muebles se podía comparar con el del Palacio Petrovski de Moscú.
Fuente: Public domain
La gran construcción en Tver empezó después del incendio del año 1763, que destruyó el kremlin de madera y otros edificios municipales. El arquitecto Piotr Nikitin - autor de planes generales de construcción de varias ciudades provinciales rusas como Kaluga y Torzhok, fue el encargado de reconstruir la ciudad según un nuevo plan estandarizado. Gracias a él Tver llegó a ser, según la opinión de Catalina II, “la segunda cuidad más hermosa, tras San Petersburgo”. Nikitin diseñó el Palacio sobre las cenizas de la casa del obispo en las orillas del Volga.
Para la construcción del palacio se invitó a los mejores arquitectos del momento. El asistente de Nikitin fue el joven Matvéi Kazakov, posteriormente autor del edificio del Senado en el Kremlin de Moscú, de la Universidad de Moscú y del Palacio Petrovski.
Vallin de la Mothe, que construyó el Pequeño Hermitage y la Academia de las Artes de San Petersburgo fue el encargado de la decoración de los aposentos y de otros interiores.
A principios del siglo XIX el Palacio fue reconstruido por Carl Rossi y Osip Bove. El primero fue autor del edifico del Estado Mayor de la Plaza del Palacio en San Petersburgo, y Osip Bove del Teatro Bolshói. Los iconos para la iglesia del Palacio fueron creados por el mejor retratista de la época de Catalina, Vladimir Borovikovski.
El interior se decoró sobre la base de las residencias de gala: había textiles de lujo, estufas holandesas de azulejos, pisos de parquet, columnas de yeso que imitaban el mármol, molduras lujosas, espejos, escaleras forjadas y lámparas de bronce. La decoración la completaban pinturas y esculturas. Se sabe que a la Emperatriz le encantaba el palacio. Literatos de la época mencionaban con frecuencia la suntuosa decoración.
A principios del siglo XIX el destino del Palacio cambió. Además de recibir al Emperador durante sus viajes, se convirtió en la residencia del Gobernador General de Tver, el príncipe Jorge de Oldenburg y de su esposa Catalina Pavlovna, la hermana del Emperador Alejandro I, involucrado personalmente en las obras de decoración del palacio. En aquella época el palacio se convirtió en el centro de la vida de la alta sociedad y en un salón literario de moda. Fue aquí donde el historiador Nikolái Karamzín leía a Alejandro I capítulos de La historia del Estado Ruso.
La reconstrucción empezó en el año 2012. En la época soviética se extraviaron varios elementos de la decoración y otros fueron robados. Tras el proceso de restauración los palacios volvieron a su apariencia original. Así, en la escalera principal volvieron a colocarse las pinturas murales del artista Fiódor Bruni- obviamente reconstruidas- y el lienzo de Canaletto que las decoraba fue transferido a las salas del museo.
De aquel lujoso ambiente se conservaron conjuntos de muebles con esfinges doradas en los apoyabrazos, diseñados por Carlo di Giovanni Rossi y sillones con cisnes de otro famoso arquitecto, Andréi Voronijin, autor de la Catedral de Kazán en San Petersburgo.
En las salas del Palacio se encuentra la Galería de Arte Regional de Tver. No obstante, ya antes había sido un museo. En 1894 aquí se inauguró una exposición de obras de artistas de Moscú y San Petersburgo y dos años más tarde se abrió un museo histórico y arqueológico. Y ya en el año 1960 las salas reconstruidas después de los daños sufridos durante la Segunda Guerra Mundial se llenaron con cuadros, entre los que había obras de destacados pintores rusos de los siglos XVIII y XIX, como Borovikovski, Levitán, Korovin y Serov, entre otros.
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