Un grupo de creyentes asiste a una misa ortodoxa de Pascua en la Catedral de Cristo Salvador.
ReutersNikolái Gógol, un autor muy leído por los rusos que adoraba vivir en Italia, escribía en el siglo XIX que la Pascua hay que celebrarla en Rusia, porque no se celebra igual en ningún otro lugar del mundo. El escritor basaba su idea en que los rusos se centraban especialmente en la superación general de la muerte y toda la cultura rusa gira más en torno a la Pascua, mientras que la occidental lo hace más alrededor de la Navidad.
La Pascua es realmente la principal celebración cristiana en Rusia. Este día, o más bien durante la procesión y la misa nocturnas, en las iglesias ortodoxas acuden hasta los que nunca van a misa y puede que no sepan decir cuál es la opinión que tienen de Dios. En cierto sentido, la Pascua es la fiesta más democrática de la Iglesia ortodoxa rusa, ya que todo el mundo puede participar en la procesión, pasando junto a la iglesia con un cirio en la mano.
Creyentes se acercan a tocar las velas del Fuego Sagrado durante una misa ortodoxa de Pascua en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú.
ReutersPero muchos rusos creen que los católicos apenas celebran la Pascua y solo dan importancia a la Navidad y a las fiestas de la Virgen María. En realidad no existen muchas diferencias en la celebración de la Pascua entre las distintas confesiones cristianas, y estas tampoco son demasiado significativas.
La principal idea común de la Pascua en Rusia y Occidente es la creencia en la resurrección de Jesucristo, algo que comparten ortodoxos, católicos y protestantes. E independientemente de quién y cómo celebre la Pascua, la resurrección sigue siendo el acontecimiento central del Evangelio. Ello sugiere la esperanza de que, si Cristo resucitó, sus fieles también lo harán.
Ante todo, la división en las relaciones de los cristianos occidentales y los ortodoxos tiene que ver con el calendario (el calendario juliano, introducido por Julio César en el siglo I a.C. es el vigente en Rusia, mientras que en Occidente se utiliza el calendario gregoriano, introducido por el papa Gregorio XIII en el siglo XVI). Existen 13 días de diferencia (en 2011 fueron 14 días).
Además, en el siglo IV la Iglesia aprobó una norma que establecía que la Pascua se celebraba el primer domingo después de la primera luna llena tras el día del equinoccio vernal, el 21 de marzo. Los ortodoxos tienen en cuenta la primera luna llena tras el 21 de marzo según el calendario juliano, y los católicos según el gregoriano. Otra complejidad a la hora de establecer la fecha de la Pascua consiste en que la primera luna llena tras el 21 de marzo en ocasiones tiene lugar en días distintos. Pero incluso de este modo, una tercera parte de las veces la Pascua de católicos y ortodoxos coincide el mismo día.
El papa Francisco durante una misa de Domingo de Ramos en Vaticano, el 9 de abril del 2017.
ReutersSea como sea, el papa de Roma y el patriarca de Moscú siempre se felicitan en estas fechas. Además, la mayoría de los protestantes de Rusia, excepto la Iglesia luterana, celebran la Pascua según el calendario juliano junto con la Iglesia ortodoxa. En Rusia, la Iglesia se muestra fiel al antiguo calendario juliano porque el “nuevo estilo” puede provocar un cisma y el descontento de los conservadores.
Para los ortodoxos, la Pascua es una fiesta muy emotiva. Después de las intensas misas durante la semana antes de la Pascua y de un estricto ayuno, a medianoche después de un día de procesiones y cantos de plegarias, el sacerdote se detiene en la calle ante las puertas cerradas de la iglesia. Abriéndolas, el sacerdote simboliza la apertura de las puertas del sepulcro del Señor y anuncia a todos que Cristo ha resucitado. Durante todo el ritual, el sacerdote y los creyentes intercambian el saludo: “¡Cristo ha resucitado! - ¡En verdad ha resucitado!”. Es una escena impresionante.
En medio de la noche, sobre los edificios, los árboles todavía sin hojas y la tierra vuelan estas alegres exclamaciones de la muchedumbre reunida. El gran poeta Alexánder Pushkin dijo que una de las cosas que más le gustaba era ir a la iglesia en Pascua para escuchar la voz del pueblo ruso.
Si en Occidente durante la Pascua son muy populares los conejos y los huevos, en Rusia lo son los huevos y los kulich, un bizcocho tradicional de pascua. Estos bizcochos también son populares en Europa, existen muchas recetas italianas que también se venden en Rusia. Una tradición rusa única es la preparación de un dulce especial de Pascua, con requesón, pasas y especias, que se presenta en forma de pirámide y es un símbolo del Santo Sepulcro.
Mucha gente organiza juegos caseros que consisten en hacer chocar dos huevos y ver a quién se le rompe y a quién no. Hay también competiciones para ver los huevos mejor decorados, que también se regalan (el emperador Nicolás II solía regalar los famosos huevos Fabergé en Pascua).
Sin duda, después de las siete semanas del Gran Ayuno, la mesa de Pascua se distingue por su gran variedad de platos de carne, aunque no hay ninguna receta especial para esta fiesta (como el pavo por Navidad, por ejemplo). Antes de la revolución de 1917 también se preparaban muchos platos distintos, desde cochinillo relleno hasta carne de ave de caza.
Existe también un lado triste en la celebración de la Pascua. Una tradición heredada de la época soviética es la de visitar el cementerio el domingo de Pascua, recordando a los familiares en sus tumbas, y allí mismo los visitantes se comen los huevos y el kulich y beben alcohol. En la URSS la Iglesia ortodoxa no intentó luchar contra esta costumbre porque no tuvo la posibilidad, y el Gobierno de la Unión Soviética accedió gustoso a sustituir una fiesta religiosa por una semipagana (desde el punto de vista del cristianismo), con tal de que la gente no fuera a la iglesia.
Lamentablemente, ni siquiera hoy en día ha logrado la Iglesia eliminar esta tradición: la gente sigue visitando el cementerio en Pascua y hace caso omiso de los consejos de los religiosos. Pero esta costumbre puede interpretarse de un modo distinto: en una época de ateísmo, la gente encontró el modo de seguir siendo ortodoxa cuando no había iglesias ni parroquias a mano.
Román Lunkin es director del Centro de Estudios Religiosos del Instituto Europeo de la Academia Rusa de Ciencias.
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