Siglo XVI: Anastasia Zajaryeva-Yuryeva, primera mujer de Iván el Terrible
Anastasia Románova en el monumento Milenio de Rusia en Veliki Nóvgorod. / Fuente: Dar Veter (CC BY-SA 3.0)
Para convertirse en la mujer del primer zar de Rusia Anastasia tuvo que pasar una especie de casting medieval. Las mujeres disponibles para casarse se llevaban a Moscú para presentarlas ante la corte real. Las crónicas de la época la describen como elegante y femenina: “Pequeña, con pelo trenzado hasta el suelo”. Sin embargo, el historiador Nikolái Karamzin explica que la elección del zar no solo fue por la apariencia. “Los investigadores contemporáneos señalan que entre sus cualidades se encontraban la castidad, la humildad, la piedad, la sensibilidad y la bondad. No se decía nada de su hermosura, ya que era un requisito para ser la mujer del zar”.
Siglo XVII: Natalia Naryshkina, madre de Pedro el Grande
Natalia Kirillovna Naryshkina. / Fuente: Museo Hermitage
La mujer del zar Alexéi Mijáilovich Románov también ganó un concurso de novias. El embajador de Curlandia (actualmente Letonia) la describió así: “Una mujer en la flor de la vida, de majestuosa estatura, prominentes ojos negros, una cara agradable, una boca redonda, frente alta, todo en una proporción elegante, una voz sonora y agradable y las maneras más refinadas”.
Siglo XVIII: emperatriz Elizaveta Petrovna
Emperatriz Elizaveta Petrovna. / Fuente: Tsarskoye Selo
La hija de Pedro el Grande se ganó el afecto de los guardias imperiales -que la ayudaron a hacer un golpe de Estado- no solo gracias a su fuerte carácter sino tambián a su carisma y llamativa apariencia. El enviado español, el duque de Liria y Jerica, se refirió a ella en 1728 como “una belleza como las que rara vez he visto”, destacando su “impactante complexión”, tenía ojos claros, una estatura alrededor de 180 cm. Elizaveta le dio mucha importancia a su apariencia a lo largo de su vida e introdujo en la corte los vestidos que más le gustaban: por ejemplo, bailes de mascaras en las que las mujeres vestían ropa de hombre porque ella iba especialmente espléndida con ellos.
Siglo XIX: la princesa Zinaida Yusúpova
Retrato de la princesa Zinaida Yusupova de V.Serov. / Fuente: Museo Estatal Ruso
Las familias nobles del siglo XIX se vanagloriaban de contar con numerosas mujeres bellas y nadie lo fue más que la diva, la princesa Zinaida Yusúpova, una rica heredera, mecenas de gran carisma. “Mi madre era encantadora. Alta, esbelta, elegante, morena, de pelo negro, con los ojos que brillaban como estrellas. Inteligente, educada, artística y benevolente. Nadia podía resistirse a sus encantos”, escribió Felix Yusúpov, uno de los asesinos de Rasputin, sobre su madre.
Años 30-50: Liubov Orlova
La artista del Pueblo de la URSS Liobov Orlova (1902-1975). / Fuente: RIA Novosti
A pesar de hacerse famosa a nivel nacional después de los 30 años, esta querida actriz retuvo su glamur y el estatus de sex-symbol en el periodo posterior a la guerra. En muchos sentidos tuvo la ayuda de su marido, el director Grigori Alexandrov, con quien formaba un exitoso dúo creativo.
“Fue Alexandrov quien tuvo la idea de teñir de rubio el pelo de Orlova y de darle ese aire de estrella de Hollywood”, explica su amigo Iván Lukashev. “Creó un estrella tan buena como Greta Garbo”. Entre los admiradores de Orlova se encontraba el propio Stalin, que en una recepción, al notar que ella estaba cansada, amenazó “de broma” con fusilar a Alexandrov, si seguía torturando a su mujer con tanto rodaje.
Años 70: Irina Alferova
Irina Alferova (1951), actriz en el Teatro Estatal Lemkom de Moscú. /Fuente: Tofik Shajverdiev/RIA Novosti
A los 17 años Alferova pasó de la ciudad siberiana a de Novosibirsk a Moscú, donde ingreso en la escuela teatral. Sus compañeros de clase la apodaban “la chica con los ojos”. Desafortunadamente su belleza sin parangón se convirtió en un problema. Tal y como recordó la actriz años después, tras rechazarla en algunos papeles oía rumores, que los directores decían que “no era más que labios y ojos”. Sin embargo, obtuvo fama y cariño a nivel nacional, sobre todo por su papel de Constanza en una adaptación cinematográfica de Los tres mosqueteros.
Años 80: Masha Kalínina
Maria Kalínina ganó el desfile “Belleza de Moscú en 1988”. / Fuente: RIA Novosti
La futura ganadora del primer concurso de belleza en la URSS, que tuvo lugar en 1988, era una especie de Cenicienta real. Tuvo que pedirle prestados los zapatos a su madre y una amiga le dejo el traje de baño. Cuando ganó mucha gente sospechó que el concurso estaba amañado, pero Masha no tenía ni conexiones ni dinero solo su deslumbrante apariencia ochentera, con cejas pobladas y una expresiva mandíbula. Masha también tuvo suerte. La organizadora, María Parusnikova, recuerda que eliminaron a varias chicas por diferentes razones: una tenía un hijo, otra tenía un apellido raro. “Ella era como la versión femenina de Yuri Gagarin. Muy fotogénica y con un nombre muy ruso”.
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