Esta trilogía es especialmente pertinente porque el año pasado se conmemoró el centenario de la Revolución Bolchevique y hubo gran cantidad de películas y libros sobre este acontecimiento. Ya hemos escrito sobre los libros rusos que deberías leer para entender mejor la revolución, pero aquí hay otra digna obra literaria, que se fue adaptada a la pantalla varias veces en Rusia.
Los tres volúmenes: Hermanas, El año 1918 y Una mañana lúgubre, están escritas en un estilo “realista monumental”, tal y como lo definió el propio autor. El libro comienza en el caos y la ruina que asolaban San Petersburgo en 1914 y termina con la victoria de los rojos sobre los blancos en la Guerra Civil rusa. Muestra el destino de la intelligentsia rusa durante durante este tumulto y, como en cualquier novela clásica rusa, Tolstói describe el verdadero amor.
Mientras que el primer volumen fue creado a principios de la década de 1920 y es una narración tranquila e imparcial, el último libro, que el autor terminó en 1941, está marcado por una evidente propaganda y pretenciosidad. De hecho, el escritor recibió el Premio Stalin por esta trilogía.
Probablemente no incluiríamos esta historia en la lista de la lectura obligatoria de Tolstói si no fuera por la legendaria película soviética, que, de hecho, era más popular que el propio libro. Usando fuentes documentales, Tolstói creó su propia versión de las aventuras del Conde Cagliostro en Rusia. El mago falso causó un alboroto en una pequeña ciudad de provincias y cuando se descubrió su fraude, tuvo que huir.
La trama merece ser adaptada por Woody Allen, y, curiosamente, la novela se llamó al principio La humedad de la luz de la Luna. ¿Recuerdas Magia a la luz de la luna de Woody Allen?
Es probable que la elección de este tema parezca extraño, sin embargo, tiene un trasfondo significativo. A fines del siglo XIX, los supersticiosos nobles rusos se interesaban por todo tipo de rituales mágicos, ocultismo y sanadores místicos. Este interés, en gran parte, emanó de la corte de la emperatriz Alexandra, esposa de Nicolás II. Ella era una gran aficionada a todo lo místico e invitó a la corte a los llamados obradores de milagros, como Maître Philippe y Grigori Rasputin.
Entre los géneros que cultivó Tolstói se encuentra la ciencia ficción, de hecho, fue uno de los pioneros. La novela Aelita trata sobre unos terrícolas que viajan a Marte y fue escrita originalmente para adultos. Aunque después Tolstói la tranformó en una historia para jóvenes. Narra las peripecias del ingeniero Mstislav Los, que crea una nave interplanetaria y despega hacia el Planeta Rojo con un antiguo soldado del Ejército Rojo. En Marte ven los mismos problemas políticos y sociales que en la Tierra: un dictador oprime al pueblo pero un valiente proletario lidera un grupo revolucionario.
Para representar de manera concisa cuestiones técnicas, Tolstói leyó las investigaciones espaciales de Konstantín Tsiolkovski.
Para su otro libro de ciencia ficción, El Hiperboloide del ingeniero Garin, pidió consejo sobre física molecular al científico Piotr Lazárev. El ingeniro Garin creó Hiperboloide, un dispositivo similar a un láser, con el que destruyó una isla en el océano Pacífico. Después comenzó a sacar oro de los lugares más profundos de la Tierra. Se convirtió en un dictador hasta que un grupo de bravos revolucionarios rusos salieron al rescate.
Este largo libro trata sobre los primeros años del primer emperador de Rusia, Pedro el Grande, y atemorizaba a los escolares porque era una lectura de verano obligatoria.
Esta novela histórica es claramente un producto de su era porque está lleno de propaganda. Los historiadores afirman que se escribió por orden directa de Stalin, para reforzar el culto a su personalidad. Al igual que la película de Eisenstein, Iván el Terrible, este libro se refiere claramente al líder soviético. En este caso Tolstói establece paralelismos entre Stalin y Pedro el Grande. El objetivo principal del realismo socialista era justificar la gran cantidad de personas asesinadas en la construcción del futuro 'paraíso' socialista.
Sin embargo, el libro tiene cierta precisión histórica y se vale de muchos detalles para representar escenas en diferentes localizaciones: iglesias, pequeñas casas de madera y palacios. Y claro, lo más importante, es interesante de leer.
Alexéi Tolstói escribió muchos cuentos e historias cortas para niños, pero el niño de madera llamado Buratino es quizá su creación más famosa. ¿Te suena de algo? Seguro que sí. Buratino está inspirado en las aventuras de Pinocho, de Carlo Collodi.
Cuando estaba editando la traducción rusa del cuento italiano, Tolstói hizo cambios significativos para darle un aire más ruso al libro, y también hacerlo más fácil y claro a los niños soviéticos. Por ejemplo, el nombre original del padre, Gepetto, se cambió por el de Papa Carlo.
Tolstói decidió escribir su propia versión porque la de Collodi no era lo suficientemente “progresista” para la URSS. El libro de Tolstói tiene algunas líneas argumentales diferentes y otros personajes. La nariz de Buratino no crece cuando miente. De hecho, no miente mucho porque eso no sería un buen ejemplo para los niños soviéticos.
El libro tiene una versión de animación y se convirtió en una de las obras más queridas de los niños soviéticos.
La relación de los escritores rusos con el poder siempre ha sido una tema de debate en el país, si quieres saber más sobre este tema, te recomendamos este artículo.
La ley de derechos de autor de la Federación de Rusia prohíbe estrictamente copiar completa o parcialmente los materiales de Russia Beyond sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: