7 películas rusas sobre la supervivencia al Gulag

Gleb Panfilov/Rossiya 1 TV Channel, 2021
En la época soviética no se hicieron películas sobre los tristemente célebres campos de Stalin. La industria cinematográfica rusa sólo pudo recurrir a este tema tras el colapso de la URSS.

1. ‘El infierno, o un expediente contra uno mismo’ (1989)

El drama personal de una joven pareja se desarrolla con el telón de fondo de la posguerra. El padre de la chica, un antiguo oficial del NKVD (policía secreta), se opone a la relación y denuncia al novio de su hija. El joven es detenido, golpeado durante el interrogatorio y firma una confesión inventada bajo coacción. Es enviado a un campo del Gulag, donde tiene que luchar por su supervivencia en medio de duros trabajos, fuertes heladas y un hambre terrible.

El director Guennadi Beglov basó esta película autobiográfica en su propia novela homónima (Ad, ili Dose na samogo sebia). Sin embargo, a los censores soviéticos no les gustó el lenguaje cinematográfico experimental y desgarrado de la película y ésta no tuvo un amplio estreno.

2. ‘Perdidos en Siberia’ (1990)

Un arqueólogo británico que trabaja en una excavación en el norte de Irán es confundido con un espía americano por los servicios secretos soviéticos. Es secuestrado y llevado a Moscú y luego a un remoto campo siberiano, donde intenta preservar los restos de su humanidad, a pesar del cruel trato de los guardias y de la depravación de los criminales endurecidos, que son mantenidos en el campo junto con los prisioneros políticos.

En Rusia, el Gulag afectó a muchas vidas: la gente tenía familiares, padres, amigos en los campos. Esta historia se convirtió en algo muy personal para el director Alexander Mitta, que había escuchado relatos de primera mano sobre la vida en los campos de su propia madre. Esto le ayudó a crear una película muy visceral, que recibió el reconocimiento internacional, incluyendo una nominación al Globo de Oro.

3. ‘Caníbal’ (1991)

En 1954, se produce un gran motín en un campo del Gulag en el Kazajistán soviético.. Después de que el levantamiento sea brutalmente reprimido, un joven policía llega al campo para investigar un extraño caso: dos prisioneros se han escapado durante el motín y para sobrevivir en el desierto, uno de ellos mató y se comió al otro...

4. ‘El testamento de Lenin’ (2007)

Esta producción para televisión está basada en la biografía de Varlam Shalámov, autor de los famosos Relatos de Kolimá, la historia más honesta y cruel de la vida de una persona en un campo del Gulag.

De joven, Shalámov fue condenado por difundir el ‘Testamento de Lenin’, la carta prohibida de Vladímir Lenin a un congreso del partido, en la que criticaba a Stalin. La serie muestra el insoportable trabajo duro que tenían que soportar los prisioneros del Gulag en condiciones climáticas extremas. Los campos de Kolimá eran unos de los más brutales: los prisioneros allí sufrían a menudo de congelación y hambre y eran sometidos a severos castigos cada vez que no cumplían los objetivos de rendimiento poco realistas que se les fijaban.

5. ‘Zuleija abre los ojos’ (2020)

El sistema Gulag no sólo consistía en campos de trabajo, sino también en asentamientos especiales. Esta miniserie y el libro homónimo de Guzel Yajina, de gran éxito de ventas, están ambientados en uno de estos asentamientos.

A principios de la década de 1930, el gobierno soviético lanzó una campaña destinada a expoliar los bienes de los campesinos acomodados. El marido de una mujer tártara llamada Zuleija intenta resistirse y es asesinado. Ella, junto con otros campesinos desposeídos, es entonces enviada a lo más profundo de Siberia, donde en medio de la inhóspita taiga, deben construirse un lugar para vivir y encontrar comida.

6. ‘El monasterio’ (2021)

Esta miniserie está basada en otro libro superventas sobre el Gulag, El monasterio, de Zajar Prilepin.

El protagonista, Artióm, se encuentra en el campo de trabajo especial de Solovkí, uno de los primeros campos del Gulag en el país. Allí conoce a un grupo variopinto de compañeros de prisión, desde criminales empedernidos hasta antiguos sacerdotes e intelectuales.

Artióm intenta no sólo sobrevivir en el campo, sino también asegurarse las mejores condiciones de vida posibles. Para ello, incluso inicia un romance con una guardia de la prisión...

7. Iván Denisovich (2021)

Muchos ciudadanos soviéticos que lograron escapar del cautiverio alemán durante la Segunda Guerra Mundial fueron acusados de espionaje y enviados al Gulag. Esto es lo que le ocurrió al protagonista de la película, Iván Denisovich Shújov. Su jornada en el campo comienza a las cinco de la mañana y la pasa realizando trabajos forzados en condiciones insoportables, con sólo unas pocas gachas y un mendrugo de pan como alimento.

Al Gulag se lo mencionó por primera vez en la literatura soviética en 1962, cuando el cuento de Alexander Solzhenitsin Un día en la vida de Iván Denisovich se publicó en la revista literaria Nuevo Mundo con la aprobación personal del líder soviético Nikita Jruschov. El autor había pasado casi 10 años en los campos y conocía bien la vida cotidiana de los prisioneros que describía. Más tarde escribió una importante obra de no ficción sobre el sistema de campos soviéticos titulada Archipiélago Gulag.

Tras la destitución de Jruschov y el breve deshielo político, los ejemplares de Un día en la vida de Iván Denisovich fueron retirados de las bibliotecas y el propio Solzhenitsyn se convirtió en un paria. La historia no volvió a publicarse en Rusia hasta 1990. En Occidente se adaptó a la gran pantalla en 1970, mientras que en Rusia su primera adaptación no se estrenó hasta 2021.

El director Gleb Panfilov conoce bien las obras de Alexander Solzhenitsyn, pues ya había realizado una película basada en su novela El primer círculo. En Un día en la vida de Iván Denisovich, introdujo cambios considerables en el libro original, añadiendo (para descontento de los críticos) un elemento de cuento de hadas: su héroe supera todas las pruebas en el camino hacia la bondad y la epifanía. El libro de Solzhenitsyn no tenía un tema tan optimista. Al final de la historia, el protagonista se va a la cama contento, pero para él la fuente de felicidad era simplemente que no le habían metido en una celda de castigo y no había caído enfermo. “¡Gracias a Dios, otro día ha terminado!” suspira Shújov en el libro.

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