5 lugares sagrados de la mitología eslava, explicados

Iván Bilibin
Cruzar un arroyo en llamas, luchar contra un dragón, encontrar la ciudad de la Atlántida rusa: los eslavos lo tenían todo en su antigua mitología. Ahora, sólo nos quedan los nombres de los lugares sagrados.

1. La ciudad de Kitezh

La leyenda:

Esta ciudad sagrada no puede ser vista por los humanos. Sólo en tiempo de calma, alguien con un alma y una mente puras puede oír el tañido de las campanas y el canto de sus habitantes, desde debajo de las aguas del lago Svetloyar, en la región de Nizhni Nóvgorod.

La leyenda de Kitezh cuenta que esta ciudad fue construida por el santo príncipe Yuri (Gueorgui) II de Vladímir en el siglo XII. “Con muros de piedra blanca, iglesias con cúpulas doradas, monasterios sagrados, terems con motivos principescos (las habitaciones para uso exclusivo de las mujeres de la nobleza), cámaras de piedra de los boyardos y casas cortadas de antiguos pinos que no se pudren”, describió Pavel Melnikov-Pecherski, escritor ruso del siglo XIX, la legendaria ciudad de Kitezh.

Cuando Batu Jan atacó tierras rusas, continúa el relato, iba a tomar Kitezh, “quemar la ciudad, matar y esclavizar a sus hombres y tomar a sus esposas e hijas como concubinas”. Cuando el ejército de Batu llegó a Kitezh, ésta no tenía defensas, ni siquiera murallas. Pero sus ciudadanos rezaban de todo corazón, y las aguas del lago se elevaron, ocultando a Kitezh del enemigo y del mundo en general. Desde entonces, sólo los cristianos creyentes de todo corazón son capaces de ver el reflejo de la ciudad en las aguas de Svetloyar, el lago que también fue apodado “la Atlántida rusa” por esta leyenda.

Explicación:

Esta leyenda no es muy antigua - probablemente fue creada alrededor del siglo XVII por los Viejos Creyentes. Llegaron a Svetloyar desde diferentes regiones, huyendo de las persecuciones que las nuevas autoridades de la iglesia ortodoxa rusa les infligían. En Svetloyar, los habitantes del pueblo solían celebrar fiestas paganas que los Viejos Creyentes consideraban pecaminosas e impías. Así que crearon la solemne leyenda de la ciudad santa de Kitezh que descansa bajo las aguas del lago para evitar que los lugareños celebrasen allí sus ritos paganos.

2. Lukomorie

La leyenda:

Significando el borde del mundo, “Lukomorie” puede traducirse aproximadamente como “costa curvada”, la que se asemeja a un arco. El lingüista y etnógrafo ruso Fiódor Buslaev escribió que Lukomorie es un lugar sagrado en las afueras del universo, donde se encuentra el Árbol del Mundo, o el eje del mundo. Sus raíces están en el inframundo y sus ramas tocan el cielo, y los dioses ascienden y descienden del árbol.

Explicación:

Lukomorie se hizo muy popular gracias a los hipnotizantes versos iniciales de Alexander Pushkin para Ruslán y Ludmila: “En Lukomorie se levanta un roble verde, al que se le ha atado una cadena de oro, y en el extremo de la cadena, noche y día, un gato erudito da vueltas y vueltas” (traducido por Roger Clarke).

En los primeros mapas europeos, el nombre “Lucomoria” se asignaba al golfo de Ob, una gran bahía del océano Ártico. Sin embargo, en las crónicas rusas y en la literatura rusa temprana, el nombre Lukomorie se refiere a los territorios del sur, cerca del mar de Azov y del ar Negro. Para los rusos de la Edad Media, aquello era realmente el borde del mundo.

3. Trideviatoe Tsarstvo (El Reino de las Tres Nueve)

Cuentos de hadas de Pushkin ilustrados por Iván Bilibin.

La leyenda:

Muchos cuentos populares rusos comienzan con “Hace mucho tiempo, en el reino de los tres nueves y el estado de las tres decenas...”. Este comienzo tradicional suele significar simplemente "muy lejos". Además, cuando un héroe de cuento popular va muy lejos en sus viajes, los cuentos dicen que cruzó “tres nueves de tierras”. Sin embargo, el Reino de las Tres Nueve, escribió el folclorista Vladímir Propp, era el más allá de los eslavos y, al mismo tiempo, tierra de abundancia.

Allí crecen manzanas rejuvenecedoras, fluyen manantiales con agua viva y muerta, residen serpientes y aves míticas. A veces, el reino se encuentra bajo tierra, pero también puede estar situado en una montaña o bajo el agua. En el Reino de las Tres Nueve, el héroe puede reponer sus recursos reales o conseguir poderes sobrenaturales. El Reino está separado del mundo exterior con una fuerte barrera física, como un abismo, un bosque oscuro o un mar sin límites.

Explicación:

Los lingüistas y filólogos creen que la idea del Reino de los Tres Nueve proviene de las creencias eslavas sobre la vida después de la muerte, muy cercanas a los mitos nórdicos del Valhalla, la tierra donde los héroes residen eternamente después de perecer gloriosamente en una batalla. Ir al Reino de las Tres Nueve y volver a la vida dotado de poderes sobrenaturales también nos recuerda el mito de Orfeo, que visitó el más allá en busca de su amada.

Por cierto, “los Tres Nueve” no es un número eslavo, y las antiguas matemáticas rusas utilizaban otros números. “Los Tres Nueves” es sólo un neologismo de cuento popular - al igual que “el estado de los Tres Dieces”, significa “muy lejos”.

4. El río Smorodina

La leyenda:

Sorprendentemente, los eslavos imaginaron su propia Estigia, un río fronterizo entre la vida y el inframundo, y en Rusia, este río se llamaba Smorodina, que se traduce claramente como “El apestoso”.

El río es “apestoso” porque está hecho de fuego que arde y humea constantemente. Smorodina es la frontera entre nuestro mundo y el más allá que el alma de un hombre debe cruzar para llegar a la tierra de la abundancia (probablemente el Reino de los Tres Nueve).

“El río que se derrite es feroz, un río feroz, el más furioso de todos. Su primer chorro es como un fuego, otro es una chispa que cae, y por el tercero, el humo baja en columnas”, relata una antigua bilina (cuento épico oral) rusa Dobrinia y la serpiente.

El río Smorodina tiene personalidad: habla con voz humana y tiene el alma de una bella doncella. Deja pasar a los hombres buenos por encima de él a cambio de palabras cariñosas y genuflexiones, y ahoga a los que lo insultan. El puente sobre Smorodina se llama puente Kalinov, su nombre se traduce del ruso como “el puente al rojo vivo”, custodiado por Zméi Gorinich, el dragón épico ruso.

Explicación:

Los historiadores y lingüistas no logran ubicar Smorodina en el mundo real. Hay decenas de ríos y arroyos con ese nombre en el norte de Rusia, así como en las tierras de la antigua Rus de Kiev. El principal estudioso de la Rusia medieval, Boris Ribakov, por ejemplo, ubicó el Smorodina y el río Samara en Ucrania, un afluente izquierdo del Dniéper. Es evidente que la leyenda del río fronterizo es tan antigua que es inútil buscar una única e indiscutible “Estigia rusa”.

5. La isla de Buyán

La leyenda:

La isla de Buyán es otro lugar “bendito” de la mitología rusa, una isla encantada que se alza en medio de un mar rugiente. Allí crece un roble mágico, con la muerte de Koschéi el Inmortal, rey ruso del inframundo, escondida en sus ramas.

En la isla de Buyán existe una piedra mágica llamada Alatir, “el centro del mundo”. A quien toca esta piedra se le cumplen todos sus deseos (¡todos, no tres! Los dioses eslavos eran generosos). La gente que vive en la isla no envejece, no hay invierno y la comida, la bebida y la alegría son infinitas.

Buyán fue popularizada de nuevo por Alexander Pushkin en su Cuento del zar Saltan: “Ahora que nuestro tiempo se ha agotado, hacia el este, hacia el este, nuestro rumbo está trazado, más allá de la isla de Buyán, de vuelta al gracioso zar Saltan” (traducido por Louis Zelikoff). ¿Pero es posible localizar la isla?

Explicación:

Estudiosos influyentes como Boris Uspenski o Vladímir Propp comparan Buyán con las Islas de los Bienaventurados, un lugar en el borde del mundo habitado por héroes y dioses. La idea de tal lugar existió de forma independiente en diferentes mitologías como la griega griega (Elíseo), la celta (Ávalon), y la rusa Lukomorie también está relacionada con la isla de Buyán, pues la isla se encuentra en el mar que baña los bordes del mundo, incluyendo Lukomorie.

Hay al menos dos islas Buyán reales en Rusia. Una de ellas es una pequeña isla fluvial en el río Don. Otra isla de Buyán, situada en el mar de Kara, en el océano Ártico, recibió deliberadamente el nombre del mítico lugar.

LEE MÁS: Así eran los dioses eslavos adorados en Rusia antes de la llegada del cristianismo

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