En Rusia, como en la URSS, se hacen muchas películas sobre la Segunda Guerra Mundial, pero rara vez sobre mujeres guerreras. Aunque sólo según datos oficiales durante cuatro años en las filas del ejército se reclutaron entonces alrededor de medio millón de niñas. Esto sin contar a las participantes de los destacamentos partisanos. Entre las pocas excepciones, se encuentran Los amaneceres son aquí más apacibles (1972), nominada al Oscar (1972) sobre artilleras antiaéreas y la reciente biografía de la francotiradora Liudmila Pavlichenko Batalla por Sebastopol (2015).
Vozduj llena de un plumazo esta carencia acumulada. En primer lugar, seguimos el destino del escuadrón femenino, que cubre desde el cielo la famosa Carretera de la vida - así se llamaba la única vía de transporte hacia la sitiada Leningrado-. Sin embargo, la trama conduce a las protagonistas a través de la amplísima geografía de la guerra: en el Leningrado asediado, en las trincheras de Stalingrado y en los bosques donde luchan los partisanos. Y en todas partes vemos a las mujeres con los hombres como iguales.
El argumento de Vozduj es el siguiente. Un grupo de pilotos muy jóvenes recién salidas de la instrucción entran en el fragor de la guerra. Por razones puramente físicas, para las chicas, es más difícil tolerar las sobrecargas. Todo se agrava con los modelos anticuados de aviones: el cuerpo es en parte de madera, tiene mínimo de armadura, y la fuga de combustible es constante. El enemigo, por el contrario, tiene más experiencia y mejores máquinas. Además del estrés y la falta de sueño, las chicas pasan un primer momento difícil en el equipo masculino, debido a los prejuicios.
Hay muchas protagonistas. Incluso más de siete, al principio. Por otra parte, además de actrices muy conocidas en Rusia - Anastasía Talízina y Aglaia Tarásova, la película cuenta con un montón de caras nuevas, cadetes reales de las academias del Ministerio del Interior y Situaciones de Emergencia. Uno de los papeles principales lo interpreta una actriz del Teatro Dramático de Omsk, Kristina Lapshiná: es su debut en el cine. Sin embargo, con cada salida hay cada vez menos protagonistas: la guerra se lleva sin piedad incluso a los personajes de primera fila, que por las leyes del género no pueden morir.
En la película hay seis grandes episodios de batallas aéreas. Inicialmente, el director quería rodar aviones reales de modelos militares: el Yak-1 soviético y los Messerschmitts alemanes. Se encontraron copias reales en la República Checa. Sin embargo, estalló la pandemia, y el rodaje tuvo que pararse. Guerman incluso se las arregló durante el tiempo de inactividad del Covid para rodar otra película, Delo que se mostró en el programa "Un Certain Regard" del Festival de Cannes en 2021.
Cuando se reanudó el trabajo en Vozduj , la versión checa fue abandonada, y tuvo que usar aviones modernos, que luego ya en el equipo se “maquillaron” como si fueran los modelos auténticos. Los primeros planos de los actores en el interior de las cabinas se filmaron con la ayuda de máquinas móviles especiales, que simulaban inmersiones o giros, sobre el fondo de pantallas LED con tomas reales del cielo.
Alexéi Guerman jr. es hijo de Alexéi Guerman, el gran director de cine soviético y ruso, líder de la llamada "escuela de Leningrado". Este grupo de directores del estudio Lenfilm en las décadas de 1960 y 1980 compartía una plataforma estética común: rechazar los clichés del realismo socialista, romper con las rígidas tramas de género y esforzarse por conseguir la máxima autenticidad del entorno y la existencia de los actores en la pantalla.
Con especial frecuencia, los directores de la "escuela de Leningrado" recurrieron al tema de la guerra. Algunas de las películas destacadas son Prueba de carretera y Veinte días sin guerra de Guerman, Pólvora de Víktor Aristov, Viaje de verano al mar y Bombardero torpedero de Semión Aránovich, etc., y otras. Vozduj hereda en muchos aspectos la "escuela de Leningrado". No es una película de guerra ceremonial, apenas hay sol y un entretiempo constantes. No hay generales ni discursos con pompa y la textura de los años de guerra se reproduce con rara meticulosidad.
Guerman es uno de los pocos directores cuyas películas han sido seleccionadas a concurso en los tres grandes festivales: Cannes, Venecia y Berlín. Muchas de sus películas han sido premiadas; en concreto, en 2008 recibió en el Festival de Venecia el León de Plata al mejor director por su drama El soldado de papel. Su mayor éxito de público en Rusia se lo proporcionó Dovlátov (2018), una biografía de un popularísimo escritor soviético que se vio obligado a emigrar a EE UU. Esta película sigue siendo una de las cintas de autor más taquilleras del país eslavo.
Vozduj es su mayor superproducción hasta la fecha. Contó con un presupuesto de casi 800 millones de rublos (unos 9 millones de dólares) y se tardaron más de cinco años en producirla. Pero lo sorprendente es que, incluso en una película de tal tamaño, la mano de Guerman es bastante reconocible. Los mismos planos largos, imágenes increíblemente bellas y un realismo extremo combinados orgánicamente con una atmósfera onírica.
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