Retrato de Inessa Armand, obra de A.Lurye.
Mijaíl Filimónov/SputnikLa vida sentimental del líder revolucionario, Vladímir Lenin, fue complicada. A lo largo de su vida se enemistó hasta con sus amigos más íntimos si sus opiniones políticas diferían y, estando en el poder, la mano nunca le tembló a la hora de firmar sentencias de muerte. Uno de los pocos momentos en los que este enérgico político mostró debilidad en público fue el 12 de octubre de 1920, el día del entierro de su compañera, amiga, y amante según algunas versiones, Inessa Armand.
“Cuando pasábamos por su tumba, Lenin estaba irreconocible. Caminaba con los ojos cerrados y parecía que se iba a caer”, recuerda la revolucionaria Alexandra Kollontái. Armand había muerto súbitamente de cólera en Nálchik (a 1.400 km de Moscú) varias semanas antes y fue un duro golpe para Lenin. “Me temo –escribía su esposa, Nadezhda Krúpskaya-, que la muerte de Inessa ha destruido a Volodia. Se pasa el día llorando con la mirada fija”.
Inessa Armand llegó a Moscú a los 15 años, tras la muerte de su padre. Fue educada por su abuela y su tía. A los 35 años se había casado dos veces, y su segundo esposo, Vladímir Armand, fue quien le “contagió” las ideas revolucionarias. En 1904 Inessa ingresó en el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. Por su participación en la revolución de 1905 fue condenada al exilio en el norte de Rusia, de donde en 1908 escapó a Suiza.
Su segundo esposo falleció de tuberculosis. Entonces Armand se quedó sola con sus cinco hijos, pero siguió trabajando para la causa revolucionaria. En aquella época estuvo en contacto con los socialistas franceses, trabajó traduciendo literatura revolucionaria y se licenció en economía.
Inessa Armand de joven
TASSSus camaradas bolcheviques guardaban un cálido recuerdo de Armand. “Su desprecio por las cosas materiales de la vida, la atención que dedicaba a sus camaradas y su gran generosidad eran sus principales cualidades”, recuerda la revolucionaria Liudmila Stal. Muchos escriben sobre su vitalidad, la alegría que transmitía, y señalan también su belleza y su atractivo.
En 1909 se produjo un encuentro providencial: Armand conoció al líder de la fracción de los bolcheviques, Vladímir Lenin, cuyo libro la había convencido a apoyar el socialismo. Pasaron varios años viviendo y trabajando en París, y muchos de sus contemporáneos opinaban que las relaciones iban más allá de la simple amistad.
“Lenin no apartaba sus ojos mongoles de esta pequeña francesa”, señala el socialista francés Charles Rappoport. En sus cartas, Lenin se dirige a ella con la expresión “querida amiga” y muestra hacia ella un interés y una ternura especiales.
“Casi toda la actividad aquí en París estaba dedicada en gran parte a pensar en ti”, escribiría Armand varios años después, en 1913. De esta carta se desprende que la revolucionaria estaba enamorada de su compañero y maestro: “No solo me gustaba escucharte, sino también observarte mientras hablabas. En primer lugar, porque tu cara se iluminaba, y en segundo lugar, porque tú no te dabas cuenta…”.
Cuando Lenin conoció a Inessa Armand, llevaba 11 años casado con Nadezhda Krúpskaya, que además de compañera revolucionaria y ayudante, era una esposa entregada. A pesar de la rivalidad motivada por el amor al líder de los bolcheviques, las dos mujeres mantuvieron una relación de amistad. Krúpskaya escribe: “Cuando llegó Inessa el ambiente se volvió más acogedor y alegre”. Esta, por su parte, hablaba sobre Krúpskaya con gran calidez: “Me gustó desde el primer momento. Me resultan fascinantes la delicadeza y la especial ternura con la que trata a sus camaradas”.
Retrato de Nadezhda Krúpskaya
SputnikLev Danilkin, autor de una reciente biografía de Lenin, recuerda que no existen pruebas documentales de la historia de amor entre Lenin y Armand (sin contar con los recuerdos de sus contemporáneos), aunque opina que la relación entre Lenin, Armand y Krúpskaya podría haberse desarrollado según una nueva moral socialista descrita por Chernyshevski en su novela ¿Qué hacer?”: “Todo está permitido, de hecho, pero todo lo que se basa en el respeto mutuo”. Es por ello, según Danilkin, que tanto Krúpskaya como Armand pudieron dejar de lado los celos, ya que eran dos mujeres afines intelectualmente y se profesaban un respeto mutuo.
Las relaciones entre Lenin y Armand no duraron mucho: finalmente el revolucionario prefirió mantenerse fiel a su esposa, con la que llevaba viviendo muchos años. En una carta de 1913 Inessa escribe atormentada: “¡Nos hemos separado, amado mío!”, pero de todos modos aceptó la decisión de Lenin.
Lenin con Nadezhda Krúpskaya
Mary Evans Pictrure Library/Global Look PressLa “camarada Inessa” se mantuvo fiel a Lenin y a la revolución hasta el fin de sus días. A pesar de tener nacionalidad francesa y poder vivir cómodamente en Europa, viajó a Rusia con Lenin y Krúpskaya en 1917, participó en la Revolución de Octubre y trabajó en la joven República Soviética, viviendo en un frío apartamento en condiciones precarias, según señala Lev Danilkin. Cuando murió a causa del cólera, del que irónicamente se contagió durante un viaje para recibir tratamiento al sur de Rusia, tenía solo 46 años.
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