Un amable hombre barbudo que vive en una tierra de fantasía invernal ¿Os suena? Pues debería, ya que el Padre de las Nieves, Ded Moroz en ruso, es el equivalente eslavo de Papá Noel. En 1840, el príncipe Vladímir Odoevski fue la primera persona que escribió este cuento centenario sobre una figura mística que vive en un reino de hielo, al que se puede acceder solamente a través de un pozo mágico.
Generaciones de niños soviéticos, y ahora, de niños rusos, han escuchado arrobadas cómo el trabajo duro se recompensa con un regalo: un collar hecho de carámbanos de hielo. Aunque eso sucedió por los pelos, ya que la historia fue prohibida en la Unión Soviética por ser demasiado burguesa y solo fue restaurada al lugar que por derecho le correspondía en el folklore ruso a órdenes de Stalin.
Corría el año 1970. La era Brezhnev estaba asentada sobre la URSS y, con ella, historias llenas de inspiración sobre niños soviéticos que pueden, literalmente, alcanzar las estrellas. En esta historia en particular, un astronauta aconseja a un niño que visite la luna, preparando para él un fantástico viaje al espacio.
En su contexto histórico, este cuento refleja un momento en el que la Unión Soviética aún no había caído en recesión y los astronautas eran considerados símbolos de una promesa de invencibles superpoderes. Pero si dejamos eso de lado, ¿a qué niño no le gusta el espacio? Merece la pena explorar esta historia aunque solo sea por las ilustraciones futuristas soviéticas de los 70 que la acompañan.
Ilustración de 1910 del pintor Borís Kustodiev para "El abuelito Mazái y las liebres", poema de Nikolái Nekrásov.Fuente: Sverdlov/RIA Novosti
Otro abuelito con ropas extrañas y que empuña un bastón, pero esta vez sin poderes mágicos. Aunque el abuelo Mazái no tiene un reino de hielo a donde transportar a los niños, sí que posee empatía básica en abundancia, lo que lo lleva a rescatar varias liebres de un río inundado.
Aunque la historia fue escrita en el XIX, este poema no está datado y es una lectura básica para comprender cómo los rusos se sienten identificados con el espacio rural. El cercano retrato que Nekrásov hace de la vida campesina le granjeó las alabanzas nada menos que de Dostoievski.
Un verdadero básico de la URSS, se trata de un conmovedor cuento sobre una niña a la que se le entrega una bella flor con siete pétalos. Cada pétalo tiene uno de los colores del arcoiris y cada vez que arranca uno de los pétalos se le concede un deseo. Utiliza los seis primeros deseos para conseguir todos los caprichos clásicos que un niño puede desear, pero al final se da cuenta de que no la han hecho feliz y usa el pétalo final para curar la pierna enferma de un niño. En este cuento se habla de que los bienes materiales van por detrás de la amistad y de la preocupación por los otros.
Ninguna niñez soviética estaría completa sin la influencia de Samuil Marshak, el hombre que Maxim Gorki describió como “el fundador de nuestra literatura infantil”. Traductor y poeta filosófico de propio derecho, Marshak estuvo a la vanguardia de la creación de un nuevo estilo de literatura soviética para niños, inspirada en escritores británicos como A.A. Milne y Lewis Carroll.
Casi cayó víctima de la espada de Damocles política dos veces: durante el Gran Terror a de 1937 y en los años finales de la “batalla contra el cosmopolitismo” antisemita en los años 50. Pero dejemos de lado la política y disfrutemos de esta jovial historia sobre una mujer que pierde su perrito en un viaje. Como resultado, encuentra una sorpresa, pero para saber qué es, tendrás que leer el poema.
¿Quiere recibir la información más destacada sobre Rusia en su correo electrónico? Pincha en y reciba cada viernes el material más interesante.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: