Fuente: Grigory Avoyan
Estos dos grandes escritores del siglo XIX tenían ideologías absolutamente distintas. Iván Turguéinev, autor de la novela Padres e hijos, era europeísta y un liberal convencido. Fiódor Dostoyevski era conservador y eslavófilo. En las novelas El idiota y Los demonios advertía que los liberales pervertirían a Rusia y la llevarían a su destrucción, y aconsejaba a los rusos conservar su propia vía y la fe ortodoxa.
No es sorprendente, pues, que los escritores no compartieran un sentimiento afectuoso. Turguéniev, un noble rico, desde joven bromeó acerca de su malhumorado compañero de profesión. En un poema burlesco dice que Dostoievski es “un grano en la nariz de la literatura”. Dostoievski tampoco escondía su hostilidad y se indignaba por el hecho de que, pese a toda su fortuna, Turguéniev cobrara cuatro veces más que él por sus publicaciones.
A él, por su parte, le exasperaba la vertiente psicológica de Dostoievski, su forma de profundizar en los lúgubres abismos del alma humana. “Tufo agrio y hospitalario”, “un moqueo psicológico”, con estas palabras describía las novelas de Dostoievski.
2. Eseninvs. Maiakovski
Fuente: Grigory Avoyan
“¿Sabes por qué yo soy un poeta y Maiakovski tiene una profesión indefinida? ¡Yo tengo patria!”, declaraba acalorado Serguéi Esenin sobre su rival en la lucha por el título de poeta más popular de la Edad de Plata de la poesía rusa. Para Esenin, nacido en una aldea a 200 km de Moscú y conocido como el “poeta de los campesinos”, su tema creativo fue la percepción lírica de Rusia, sus espacios naturales y su vida cotidiana.
Estos temas eran ajenos a Vladímir Maiakovski, el “poeta de la revolución” que celebró el triunfo del nuevo mundo gobernado por el proletariado y las máquinas. Ambos poetas vivían en la URSS, pero esto no impidió a Maiakovski estigmatizar a Esenin como un hombre del pasado y perteneciente a otra clase.
A pesar de la discordia, ambos rivales se reconocían el talento mutuo. El poeta Matvéi Roizman recuerda cómo Maiakovski alabó en una ocasión unos versos de Esenin, aunque le advirtió: “Ni una palabra a Esenin”. Este señalaba que “a Mayakovski no se le puede expulsar de la escena literaria” e incluso quiso reconciliarse, pero no llegó a tiempo. En 1925 seahorcó.
3. Buninvs. Nabokov
Fuente: Grigory Avoyan
El premio Nobel de Literatura Iván Bunin nunca escatimó en ofensas a sus compañeros escritores, especialmente a quienes apoyaron la revolución rusa de 1917. Este aristócrata consideraba la revolución como el principal de los males y abandonó Rusia en 1920. Todos los escritores soviéticos eran para Bunin “sirvientes del canibalismo”. Pero, como muestra su historia con el autor de Lolita, Vladímir Nabokov, las relaciones de Bunin con sus compañeros emigrantes también eran complicadas.
La rivalidad no dio pie a grandes escándalos, los escritores prefirieron mantener una actitud fría y criticarse a sus espaldas. En 1951, hablando con un amigo, Bunin llamó “hazmerreír” a Nabokov y le aseguró que no lo consideraba un rival digno. Nabokov llamaba a su maestro “tortuga vieja y flaca” y se negó a participar en una velada literaria en honor al 80º aniversario de Bunin.
4. Brodskyvs. Yevtushenko
Fuente: Grigory Avoyan
La relación entre los poetas Joseph Brodsky y Yevgueni Yevtushenko empezó con mal pie. En 1965 Yevtushenko, reconocido maestro de la poesía en la URSS, movió hilos para conseguir que el joven rebelde Brodsky pudiera volver del exilio en el norte de Rusia. Cuando se conocieron, iniciaron una amistad, pero esta no duró muchos años.
En 1972 el Comité de Seguridad Estatal (KGB) informó a Brodsky de que debía abandonar la URSS. En la sede del KGB el joven poeta se topó con Yevtushenko y pensó que aquel trabajaba como espía para los servicios de inteligencia y era responsable de su emigración forzada. El propio Yevtushenko siempre insistió en que aquel día se encontraba en el KGB por otro asunto: había sido detenido por introducir literatura prohibida en el país. Pero la relación no se recuperó.
“Yevtushenko es un poeta muy malo. Y como persona es aún peor”, comenta el que fuera ganador del premio Nobel en una de sus primeras entrevistas en el exilio. Con los años este sentimiento se consolidó. El escritor Serguéi Dovlátov recuerda en su Solo para Underwood que cuando dijo a Brodsky que Yevtushenko estaba en contra de los koljoses (un sistema de granjas colectivas, uno de los símbolos del poder soviético), Brodsky respondió: “Si él está en contra, yo estoy a favor”. A Brodsky le desagradaba todo lo soviético, pero Yevtushenko le desagradaba todavía más.
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