El 30 de septiembre, algo notable ocurrió en la Escuela Superior de Aviación Militar de Krasnodar: 16 muchachas tomaron sus juramentos del Ejército. Son las primeras mujeres en la historia moderna de Rusia a enrolarse en el programa de entrenamiento de pilotos militares.
El ministro de Defensa Serguéi Shoigú anunció el 12 de agosto el primer reclutamiento de mujeres pilotos en la Rusia post-soviética. Dijo que había recibido personalmente innumerables cartas de chicas que vivían en todo el país, exponiendo su deseo de servir en la Fuerza Aérea de Rusia. Ahora su sueño se ha hecho realidad.
Sin embargo, hay un montón de trabajo duro que hacer antes de que puedan surcar los cielos en aviones militares rusos. Sólo para convertirse en un cadete de la Escuela de Aviación de Krasnodar las chicas ya tuvieron que pasar una serie de rigurosos exámenes y exámenes. No más de 214 trataron de conseguir su plaza, pero después de un escrutinio psicológico, físico y médico, el número de candidatas quedó reducido a sólo 15 - que iniciaron su educación militar el 1 de octubre.
Sin embargo, después del proceso de selección final, una de las rechazadas se negó a aceptar una negativa por respuesta. Anna Shcherbakova de Perm perdió su plaza en la escuela por un solo punto, por lo que decidió escribir a Shoigu pidiendo ser inscrita. Sus padres (exmilitares) también escribieron y adjuntaron cartas de recomendación de su escuela y del Instituto de Cultura Física de Perm donde Anna estudió.
Anna Shcherbakova.
Nikolai KhizhniakPor una orden especial del Ministro de Defensa, Anna Shcherbakova fue alistada en las filas de los cadetes.
"Tenía un objetivo, he estado trabajando para lograrlo, y lo logré", dijo Anna con una alegría inaudita.
La ceremonia de juramento se llevó a cabo en un día brillante y frío, un clima inusual para esa parte del sur de Rusia durante esta época del año. El futuro de la Fuerza Aérea de Rusia era mostrado con la presencia de cientos de cadetes masculinos, altos funcionarios del Ministerio de Defensa y cámaras de televisión. Debió haber sido muy emocionante.
A pesar de ello, la alegría de las chicas era evidente, grabada en sus rostros ansiosos y orgullosos al mismo tiempo, incluso si la ceremonia dictaba que las emociones debían contenerse. Sus progenitores, sin embargo, no estaban con ánimo como para reprimir sus sentimientos. Los padres y madres lloraban o sollozaban entre la multitud. Sus hijos eran oficialmente los elegidos para la gloria. Lo que es más, estaban compartiendo espacio con importantes invitados como la política y cosmonauta jubilada Elena Serova. Ella era una de las examinadoras y siguió la evolución de las futuras aeronautas a través de cada etapa de las pruebas.
Recordó los tiempos de la Gran Guerra Patriótica, cuando las mujeres pilotos lucharon en los cielos junto a los hombres. “Sois patriotas de Rusia”, dijo. "La forma en que vivirá el país depende de vosotras”.
Serguéi Drónov, Oficial a cargo de las Fuerzas Aeroespaciales rusas, declaró que las cadetes deben estar orgullosas.
Al final de la ceremonia las mujeres plantaron un callejón con 16 árboles y enterraron una cápsula con un mensaje para ellas mismas, que se abrirá en cinco años, cuando su entrenamiento llegue a su fin.
Como recuerda una de los cadetes, Vladislava Grigorenko, de Cheliábinsk, había soñado con convertirse en piloto militar desde la infancia. Cuando observaba el Desfile del Día de la Victoria en la Plaza de la Revolución de Cheliábinsk, siempre estaba más entusiasmada con los aviones militares que con los tanques. El avión de combate Su-27 siempre ha sido su favorito - ahora podría tener la oportunidad de pilotar uno.
Rosalik, de Kaliningrado, prefiere la aviación de transporte militar y sueña con volar un Il-76.
La piloto más experimentada entre las muchachas es Ekaterina Pchelá de Engels en la región de Sarátov. Se graduó de la escuela de aviación civil, pero quiere encontrar un lugar para sí misma en el ámbito militar y pilotar su avión favorito: el Su-35.
Elena Schmidt estuvo siempre destinada a lo militar. Ella está acostumbrada a participar en numerosos desfiles en su Yeisk natal, en las orillas del mar de Azov. Incluso ya trató antes de entrar en la Escuela de las Fuerzas Aéreas, pero fracasó. Cuando escuchó que la Fuerza Aérea aceptaría mujeres, aprovechó la oportunidad. Y esta vez no falló.
Para algunos cadetes, el cielo no es el límite. Yulia Bábich quiere ir al espacio y está segura de que una profesión en el Ejército la ayudará a convertirse en cosmonauta. Quiere ser una heroína.
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