¿Deberíamos temer una cara cubierta con tatuajes? Se lo hemos preguntado a la psicóloga Natalia Zhóludeva y nos lo ha explicado con claridad.
Aurora.
Victoria RiábikovaUna reina extranjera, Sailor Moon, una mujer musulmana… En realidad Aurora es una tatuadora petersburguesa de 31 años y ella misma se encoge de hombros ante las asociaciones que hemos puesto al principio. Explica que su relación con los tatuajes comenzó cuando escuchó una “llamada” hace cuatro años.
“Fui al espejo y, literalmente, vi este símbolo en mi cara. Va en contra de mi código interno resistirse a estas visiones”, explica. Un par de días después, se pintó la visión de manera permanentemente.
No fue su primer tatuaje. Comenzó a oír tales las “llamadas” hace casi diez años, nada más acabar la universidad, mientras hacía una excursión por las montañas de Carelia.
“Acababa de graduarme de la universidad y no sabía qué hacer, aunque ya tenía un título en estudios ambientales y trabajaba como ecóloga. Pero eso no era tan emocionante como hacerse un tatuaje”, recuerda Aurora.
Al regresar a casa, comenzó a estudiar la historia de los tatuajes, compró una máquina e hizo su primer tatuaje, que ahora se avergüenza de mostrar. Fue adquiriendo experiencia y clientes poco a poco. Aurora no se limita a hacer tatuajes sino que, tal y como afirma, ayuda a la gente a hacer realidad sus deseos ocultos.
“La gente viene y me dice: ‘he soñado con este tatuaje’. Juntos exploramos lo que vieron y por qué, recreamos la imagen y le damos vida”, dice, casi susurrando.
Respecto a la reacción de otras personas a su tatuaje en la cara, admite que hay muchos en San Petersburgo que se sorprenden.
“En una ocasión tuve una discusión con un taxista ‘paternalista’. Me decía que el tatuaje era una señal de esclavitud”, recuerda. Pero ella no se ofende: “¿Qué puedo hacer si el salvaje que hay dentro de mí ha despertado y el llamado de mis ancestros es implacable?”.
Interpretación de la psicóloga: “Hacerse un tatuaje le permitió a Aurora liberar su energía interior, que estaba luchando por controlar. Su trabajo como ecóloga no implicaba una extensa gama de contactos sociales, pero como tatuadora encontró una manera de satisfacer su triple necesidad de misticismo, contacto con gente con ideas afines y deseo de ayudar a los demás”.
Dmitri.
Victoria RiábikovaDmitri, un joven y sonriente chef de Ivánovo, tenía otras razones para hacerse un tatuaje en la cara. Se moría por saber cuánto le dolía.
Resulta que no fue tan duro, como lo demuestra la palabra “dolor” bajo el ojo, por no hablar de los hachas en la frente, el tiburón en la mejilla, las tres rayas en la nariz y los tentáculos en el cuello (a los que pronto se unirá un pulpo).
“Es cierto, mi cabeza sigue siendo un punto doloroso, pero puedo sobrellevarlo”, se jacta Dmitri.
El joven comenzó a hacerse tatuajes a los 14. Pasó dos años buscando al tatuador adecuado. Primero se tatuó los brazos y luego el resto. Lo más importante para él consiste en poder combinar diferentes estilos.
Solo ha tenido problemas debido a sus tatuajes en una ocasión, cuando pidió un trabajo en una tienda local de ropa. Los gerentes pensaban que su apariencia podría asustar a los clientes, especialmente en la Rusia de provincias.
Interpretación de la psicóloga: “A través de estos agresivos tatuajes, quizá Dmitri haya sido capaz de encontrar una manera de lidiar con los problemas de inseguridad y vulnerabilidad. También habla abiertamente acerca de cómo le atrae el dolor. Paradójicamente a menudo esto hace que la persona se sienta más viva. Es probable que para él el proceso del tatuaje sea más importante que las propias imágenes”.
Vegan.
Victoria RiábikovaNo es difícil adivinar qué le gusta comer a Vegan, que es modelo, DJ y diseñador. Los tatuajes en su frente, mejillas e incluso párpados muestran su nombre y estilo de vida. De hecho, son visibles desde lejos.
Vegan dudó antes de hacerse un tatuaje facial, porque temía que limitara su carrera como modelo.
“Al final decidí seguir adelante. Pasé de hacer trabajos que no permiten tatuajes a otros que los piden específicamente”, dice Vegan.
Las inscripciones “Vegan” y “Animal” (que compiten por el espacio de la piel con otros tatuajes de vieja escuela) son su intento de llamar la atención sobre el tema del veganismo. Por cierto, ambos son obras de tatuadores veganos.
“Todo es para demostrar que somos una especie animal que se ha vuelto loca y ha decidido que tiene derecho a comerse a otros animales, aunque no sea así”, dice indignado el modelo.
Prefiere evitar lugares donde sus tatuajes pueden provocar una reacción negativa, aunque admite que en Rusia no hay muchos lugares así.
“Incluso en las regiones la gente muestra respeto y admite que les gustaría hacerse tatuajes en la cara y los brazos, pero no pueden por razones de trabajo. Creo que el problema desaparecerá pronto”, explica.
Interpretación de la psicóloga: “Se trata de una persona creativa con convicciones firmes y por eso no era fácil para Vegan encontrar una manera de presentarse. A través de los tatuajes reconcilió el deseo de ser aceptado con la necesidad de expresar las cosas que le importan. Ha marcado sus convicciones sin ambigüedades. Sus tatuajes no son agresivos, aunque para él el ‘piercing’ se ha convertido en una especie de protección con ‘pinchos’”.
Tatuajes patriotas: una declaración de amor sobre el cuerpo
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