El pasado 11 de septiembre el padre Alexánder Goriáchev y el obispo Savva se subieron a un avión para rociar la ciudad de Tver con agua bendita. Sus divinas intenciones consistían en librar a la ciudad de los muchos pecados que la asolan, a la vista de la cantidad de agua bendita arrojada. En definitiva, sean buenos no vaya a ser que os acaben mojando sin darse cuenta.
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