En un momento, a una altitud de más de 1.000 metros, mientras el piloto del parapente disfrutaba de una magnífica vista de las cadenas montañosas y el vasto bosque bajo sus pies, se escuchó un poderoso golpe. De hecho, la cuerda del paracaídas tenía enrollada un pájaro (por su aspecto, perteneciente a la familia de los buitres).
En ese momento el paracaídas se enredó y el hombre comenzó a caer sin control. Tuvo suerte en el descenso, ya la gran copa de un árbol lo ayudó a mitigar su caída. Tras el impacto, el ave se liberó de las cuerdas y el piloto pudo avisar de lo sucedido a su grupo, por radio. Tras ser rescatado, después de unas horas, el deportista realizo un nuevo vuelo, como si nada hubiera pasado.
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