¿Por qué no hay privacidad en Rusia?

Legion Media
“¿Cuándo vas a tener hijos?”, “Has ganado un poco de peso”, “¿Cuánto ganas?”. Si vives en Rusia te encontrarás con muchas intrusiones en el espacio personal. Nos preguntamos sobre las causas de esta característica cultural.

Es normal que en la cola de una tienda alguien te respire en la nuca o que te den un golpe con la bolsa. Por otro lado, muchas personas se ven presionadas en el seno de sus propias familias, con sus padres o parientes inundándoles con preguntas como “¿Cuándo es la boda?” o “¿Cuándo vais a tener bebés?”. O incluso intentan influir en la vida cotidiana de sus hijos adultos, desde su elección de profesión o pareja hasta el orden de sus pisos o su estilo de vida.

Nacidos en la URSS

Hay un chiste muy conocido en Rusia: “¿Por qué no puedes tener sexo en la Plaza Roja? - Porque te inundarán de consejos”. Una herencia del “país de los soviets” son los consejos no solicitados [en ruso, el sustantivo soviet denota un consejo o agrupación local, regional o nacional, pero también puede significar un “consejo” que se da a alguien]. Se dice que una herencia del socialismo es que todo el mundo mete las narices en los asuntos de los demás.

La novela y la película 'Corazón de perro' tratan exactamente de cómo la clase baja se convirtió en la gobernante.

“Durante la época soviética la cultura de la mayoría de la población -es decir, los obreros y los campesinos- se convirtió en dominante. Y el comportamiento característico de estas clases se convirtió en la norma”, explica Natalia Tíjonova, investigadora principal del Centro de Estudios de Estratificación de la Escuela Superior de Economía de la Universidad Nacional de Investigación. “Para ellos los ingresos de una persona o las relaciones intrafamiliares no eran un tema tabú”.

Al mismo tiempo, la vida en los apartamentos comunales soviéticos privó por completo a la gente de la posibilidad de alejarse de los demás y de mantener su vida personal en privado. Después de la Revolución los lujosos apartamentos y mansiones aristocráticas se “compactaron”: cada habitación tenía un inquilino diferente o incluso una familia entera viviendo en ella. Era parte de la lucha contra la injusticia social, salvo que la ducha, el aseo y la cocina debían compartirse con los demás inquilinos.

La cocina común en un apartamento comunal soviético.

Por eso cuando en los años 50 se empezó a asignar masivamente a las familias un alojamiento individual, todos estaban encantados de tener un piso independiente, aunque fuera pequeño y modesto.

Además, en la URSS existía un sistema de vigilancia ciudadana. Un infiel o un bebedor empedernido, hombre o mujer, podía acabar fácilmente siendo convocado a un “tribunal de camaradas” en el trabajo o ser expulsado del Partido Comunista. Aquellos que no tenían un buen rendimiento en la escuela o en la universidad podían ser puestos obligatoriamente bajo la supervisión de estudiantes con buen rendimiento.

Como resultado de muchos años de intromisión en la vida privada de la gente, que llegó a ser efectivamente inexistente, no había esencialmente ninguna noción de privacidad en Rusia. Este estado de cosas aún persiste hoy en día.

No existe una palabra en ruso para ‘privacidad’

“No echaré de menos que la gente te respire en la cola de la farmacia, preguntándote por qué has elegido un medicamento tan caro. (No existe una palabra en ruso para ‘privacidad’)”, escribió la periodista estadounidense Julia Ioffe cuando regresó a EE UU tras varios años de trabajo en Rusia.

Pasajeros del metro de Moscú.

Los diccionarios dan el significado de la palabra inglesa privacy como “estar solo y no ser molestado: el derecho a esta libertad de intrusión o atención pública”, es decir, el derecho a evitar la atención intrusiva de los demás. Según los lingüistas, la palabra no tiene realmente un equivalente exacto en la lengua rusa. Según el contexto, puede traducirse con la ayuda de términos como “privado”, “personal” o “confidencial”, pero estas palabras no reflejan plenamente todos sus matices.

La lingüista Tatiana Lárina propone la noción de “avtonómiya líchnosti” [autonomía individual] como equivalente. En otras culturas hay una clara noción de lo que significa la privacidad pero en la cultura rusa no está muy extendida porque a menudo sólo los abogados conocen la inviolabilidad de la vida privada en Rusia.

Falta de espacio personal

A pesar de la pandemia, mucha gente en Rusia no observa el distanciamiento social. Esto ocurre con mucha frecuencia en las colas, donde las personas más mayores se aprietan contra los que están delante de ellos hasta casi tocarse.

Una cola por las botas de goma.

“Hace poco incluso le pedí a una mujer que mantuviera las distancias, pero tendrías que haber visto lo que me respondió con un resoplido de enfado”, dice Elena, una contable de Moscú. “Mucha gente piensa -parece ser una herencia de la época soviética- que si te colocas más de un metro por detrás de la persona que te precede, alguien está obligado a empujar y robarte el puesto en la cola. En las carreteras pasa lo mismo con los conductores”.

En un tren de cercanías.

Otro calvario es el transporte público. En cualquier metro del mundo, en hora punta, habrá una multitud de personas apretujadas unas contra otras.
Incluso en estas situaciones debería ser posible observar ciertas reglas de decoro. “Una vez estaba sentada en el metro y una mujer que estaba delante de mí me rozaba con su bolsa grande y no muy limpia. Le pedí que tuviera cuidado con su bolsa, a lo que respondió lanzando una airada perorata en la que decía que no tenía dónde poner su bolsa, y que si no me gustaba este lugar debía viajar en mi propio coche y que yo no era la única persona aquí…”, cuenta Alexandra, una jubilada de Moscú.

Sorpresa para los extranjeros

Mientras que los rusos se han acostumbrado a que se violen sus límites personales, los extranjeros en Rusia a veces se escandalizan por comportamientos que consideran de poco tacto. Lucia, de Italia, vivió en Rusia durante varios años y se encontró con este tipo de cosas en más de una ocasión. La directora de la residencia de la Universidad Estatal Rusa de Humanidades, donde estudiaba, entraba en su habitación sin avisar ni llamar y la descubría envuelta en una toalla o en ropa de dormir, y no se avergonzaba lo más mínimo. “Mis amigos me explicaron que todo formaba parte de una mentalidad soviética que databa de una época en la que no existía el concepto de vida privada”, cuenta Lucía.

Estudiantes extranjeros en un dormitorio de la Universidad de la Amistad de los Pueblos de Rusia.

El francés Erwann ha vivido en varias ciudades rusas y ha experimentado por sí mismo esta peculiaridad cultural de los rusos con tanta frecuencia que incluso ha dejado de sorprenderse. El ejemplo más llamativo le ocurrió en Nizhni Nóvgorod. Erwann estudió un año en esta ciudad y alquiló un piso cerca de la universidad. Su casero le trató desde el principio como a un hijo... y de forma paternal empezó a ir sin avisar todos los domingos a primera hora de la mañana, y podía quedarse charlando durante todo el día. Según Erwann, en Francia se avisa como mínimo de que se va a pasar por allí, y la mayoría de las veces se organizan encuentros con tiempo.

Otro momento incómodo son también las preguntas personales de gente desconocida. “No sé cuántas veces me han preguntado si estoy casado al minuto de conocerme”, dice Erwann, riendo. Lucía dice que al principio le irritaban las preguntas excesivamente personales de personas que no conocía bien: ¿Cuánto ganaba? ¿piensa casarse y tener hijos? Pero luego también se acostumbró y dejó de sorprenderse o avergonzarse.

“Sí, en Rusia incluso los médicos pueden ser ajenos a los límites. Un ginecólogo te preguntará invariablemente cuándo piensas tener hijos, y si respondes que no tienes planes, te preguntará invariablemente por los motivos”, dice María, que es rusa pero creció en EE UU y ha vivido en un varios países. Sin embargo, no aconseja que la gente lo interprete como un rasgo negativo o una falta de modales. “Los rusos se interesan en general por los demás, son francos y están dispuestos a ayudar. No desean violar su espacio personal ni poner a nadie en una posición incómoda. Es una especie de... sello nacional, por así decirlo. He aprendido a no tomármelo a pecho”.

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