Las montañas del Cáucaso son uno de los lugares más pintorescos de Rusia. Atraen a los atletas amantes de lo extremo, así como a los entusiastas de la naturaleza. Además del turismo, las montañas del Cáucaso también destacan por sus recursos naturales. En los primeros años de la Unión Soviética se encontraron yacimientos de diversos minerales y metales raros, lo que propició la construcción masiva de fábricas y asentamientos para los trabajadores. Sin embargo, muchos de estos lugares no sobrevivieron a la crisis de los años 90. Demos un paseo por la ciudad de montaña más alta de Rusia, Tirniauz.
La ciudad de Tirniauz está a sólo 80 km de Nalchik, la capital de la República de Kabardino-Balkaria, a lo largo de una carretera que lleva al monte Elbrús. Está situada a 1.300 metros sobre el nivel del mar, pero algunos distritos de la ciudad son aún más altos. Según varias estimaciones, está entre 1.500-2.000 metros sobre el nivel del mar.
En 1934 se descubrió en esta zona un yacimiento de los metales de tierras raras wolframio y molibdeno. En los años siguientes se abrieron allí minas y plantas de procesamiento. La primera producción se realizó en 1939, pero en 1942 la planta tuvo que ser destruida, ya que la Alemania nazi estaba invadiendo el Cáucaso. El wolframio era esencial, entre otras cosas, para fines militares y los dirigentes soviéticos no querían que el metal llegara a manos del enemigo.
Justo después del final de la Gran Guerra Patria, en 1945, la planta fue restaurada. Gente de toda la Unión Soviética llegó para trabajar allí. El asentamiento de los mineros creció rápidamente y, en 1955, Tirniauz recibió el estatus de ciudad. Mientras que en 1939 vivían allí 3.500 personas, en 1959 había casi 13.000.
La arquitectura de la ciudad no difiere de la de cualquier otra localidad soviética: las típicas casas estándar de panel y ladrillo pintadas en verde, rosa y blanco. Pero todas ellas tienen un aspecto absolutamente fantástico sobre el fondo del paisaje montañoso.
En el momento del colapso de la URSS, la ciudad albergaba a más de 30.000 personas, la mayoría de las cuales trabajaban en la minería y el procesamiento del wolframio y el molibdeno. Sin embargo, debido a la crisis económica de los 90, la empresa dejó de recibir nuevos pedidos y acabó quebrando en 2001.
Las minas no se mantuvieron adecuadamente, las estructuras se abandonaron y las piezas metálicas y los equipos se desecharon. No quedó más que un recuerdo de la otrora próspera ciudad.
Los antiguos mineros la abandonaron, vendiendo sus apartamentos a bajo precio a los residentes de los pueblos de los alrededores. Hoy en día, unas 20.000 personas residen allí. Muchos van a trabajar a los pueblos turísticos de montaña.
Pero la ciudad no sólo tiene problemas económicos. Tirniauz se extiende a lo largo del río Baksan. El nombre de este río se traduce del kabardiano como "espumoso" o "inundación". Un poco más arriba, la carretera suele estar bloqueada por los deslaves. Se producen allí casi todos los veranos, pero la corriente de lodo del año 2000 fue especialmente fuerte. En aquella ocasión murieron ocho personas y otras 40 desaparecieron. La fuerza del flujo hizo que los edificios se derrumbaran como si fueran de cartón. Más de 900 personas se quedaron sin hogar.
"Viví en Tirniauz de 1987 a 1996, mi abuelo trabajaba en esta mina", escribe el antiguo residente Alexánder Yakovlev. "Cuando nos fuimos, el apartamento fue sellado y, ahora, viven allí extraños que tienen sus casas cubiertas de barro. No me siento mal, que vivan allí. Lamento que una ciudad antaño próspera se haya convertido en un vertedero y que haya tanta ruina y pobreza".
Con el paso del tiempo, el pueblo se fue deteriorando, pero, hace unos años, se decidió reconstruirlo.
En 2021 se inició la construcción de una planta renovada en el yacimiento de Tirniauz. La planta de "Elbrusmetal" promete abrirse en 2023 y alcanzar su plena capacidad en 2026. Se espera que el proyecto cree 800 nuevos puestos de trabajo. Tirniauz tiene el mayor yacimiento, cerca del 40% de las reservas del país.
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