¿Puede alguien ser más ruso que un Romanov? Bueno, pues prepárate para una serie de hechos sorprendentes sobre genealogía de la dinastía imperial.
Mira esta imagen de abajo, ¿puedes decir quién es el príncipe de Rusia y quién es el heredero del trono inglés?
Aquí va una pista, según lo que sabemos George se ponía la raya del pelo hacia la izquierda, mientras que Nicolás II, el último zar de Rusia, lo llevaba algo diferente. Sus madres, Dagmar y Alexandra eran hijas del rey de Dinamarca, Christian IX.
¿Significa esto que era medio danés? De alguna manera. Pero si preguntas si el último emperador ruso era medio ruso, la respuesta es que no. ¿Era un cuarto? También te equivocas. ¿Tenía una bisabuela rusa? Sentimos decepcionarte. La verdadera respuesta es que tenía menos de 1% de sangre rusa. Para ser precisos, tenía un 0,7% y no es una broma. Veamos cómo ocurrió.
Mijaíl Fiódorovich, el primer mandatario de la dinastía Romanov, asumió el trono en 1613. Su padre era un boyardo, miembro de la familia noble Romanov. Su madre era Boyarinia Shestova. Mijaíl era sobrino del último dirigente de la antigua dinastía Rurik, así que era ruso al 100%.
Durante los siguientes 112 años la situación no cambió. Hubo cinco zares con sangre completamente rusa (incluido Mijaíl), e incluso un regente. Los mandatarios mezclaban su sangre solamente con mujeres de familias influyentes como los Stréshnevi, Miloslávskie y Naríshkini. El quinto y uno de los zares más conocidos fue el primer emperador de Rusia, Pedro el Grande.
Aunque con Pedro cambió todo. Tuvo una serie de graves problemas filiales, y acabó ejecutando a su sucesor, el zarévich Alexéi, por conspirar supuestamente para derrocar al propio zar.
Esto permitió que una persona sin sangre rusa pudiera gobernar el país por primera vez en al historia. La segunda mujer de Pedro el Grande, Catalina I, que había nacido con el nombre de Marta Helena Skowrońska en una familia pobre polaca, lituana, medio sueca o quizá incluso alemana, ya que nadie está seguro.
Catalina I, emperatriz de Rusia entre 1725-1727.
Pintor desconocido/Hermitage/WikipediaSus dos hijos murieron muy pronto y ella gobernó solamente durante dos años, hasta morir.
Entonces se decidió que el séptimo zar de los Romanov fuera un niño de diez años, hijo del asesinado Alexéi. Este se había casado con una mujer de la Casa de Welf, que claramente no era una familia rusa. A lo largo del último milenio ha habido numerosos monarcas británicos y alemanes pertenecientes a esta familia. Pedro el Grande consideró el casamiento de su hijo con Carlota Cristina Sofía, una manera de hacer diplomacia, ya que su hermana mayor estaba casada con el emperador del Sacro Imperio Romano, Carlos IV. De modo que el joven mandatario, Pedro II; solamente era medio ruso. No estuvo en el trono largo tiempo y murió a los 14 años de edad.
Retrato de Pedro II, obra de un autor desconocido. Década de 1800.
Museo del HermitageDurante el resto del siglo XVIII, la mayoría de gobernantes rusos fueron mujeres. El octavo Romanov en sentarse en el trono fue Anna Ioánnovna, hija del cuarto zar, Iván V. Su madre era de una conocida y poderosa familia rusa, los Saltikovi, así que podríamos decir que Anna fue la última persona con sangre completamente rusa en la dinastía. Aunque nunca tuvo hijos.
Con la proclamación de su nieto de dos meses, Iván VI, hubo un intento por continuar la línea de Iván V, pero la tuvo.
Isabel, hija de Pedro el Grande y Catalina I, llamada Marta Helena Skowrońska, era medio rusa pero no pudo tener hijos y le pasó el trono al hijo de su hija, Pedro III.
Pedro solo tenía un 25% de sangre rusa. Su padre era el duque de Schleswig-Holstein-Gottorp, con propiedades en la actual Dinamarca y norte de Alemania. Los miembros de esta familia accedieron a los tronos de varios países europeos, como Suecia, Noruega, Dinamarca, Grecia o Rusia.
No es sorprendente que Pedro III se casara con una princesa de la familia alemana de los Anhalt. Sofía y Pedro no se llevaron bien desde el principio. Ella era algo más lista que su marido y más popular entre los miembros de la alta sociedad así que le permitió gobernar durante 186 días y le forzó a firmar un acta de abdicación. Se declaró a sí misma Catalina II y fue el último mandatario de la casa de los Romanov sin una gota de sangre rusa.
El resto de la historia es sencilla, solo hay que dividir entre dos. Aunque Sofía y Pedro III se odiasen, tuvieron otro hijo. Catalina II llamó a su hijo y heredero, Pablo. Pedro III tenía un 25% de sangre rusa, mientras que Catalina no tenía nada, de modo que el porcentaje de sangre rusa de Pablo era del 12,5%.
Por alguna razón, los siguientes mandatarios rusos, incluido Pablo se casaron con princesas alemanes o danesas. Si el objetivo era mantener la paz con el resto de Europa, tenemos que decir que fue una mala estrategia porque las guerras no pararon, como la Primera Guerra Mundial, por ejemplo.
Así, Alejandro I, hijo de la Duquesa Sofía Dorotea de Württemberg tuvo (12,5/2) un 6,25% de sangre rusa.
Lo mismo que Nicolás I, el hermano más joven de Alejandro.
Alejandro II fue el hijo de la princesa Carlota de Prusia, un 3,1%.
La madre de Alejandro III fue la princesa María de Hesse y del Rin, un 1,5%.
Y bueno, ya sabéis todo sobre el último zar, Nicolás II.
¿Cómo deberíamos tratar esta información recién adquirida? ¿No estaremos mezclando el tocino con la velocidad? Bueno, quizá no sea la mejor comparación pero el peso del alma rusa es inmenso y más si hablamos de un zar.
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