Se cree que después de su muerte en 1924, Vladímir Lenin, quizá el mayor revolucionario del mundo, siempre ha estado en el mausoleo construido expresamente para él en la Plaza Roja. Casi es así, pero no del todo. Durante casi cuatro años, mientras las luchas se extendían por toda la Rusia europea, estuvo “fuera de servicio”.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el cuerpo de Lenin fue enviado en secreto desde Moscú a Siberia, donde permaneció casi durante toda la contienda.
Las primeras semanas de la guerra contra la Alemania nazi fueron una auténtica calamidad para la URSS. La Wehrmacht aplastó el frente occidental soviético en poco tiempo, ocupó la mayor parte de la región báltica, así como Ucrania occidental y Bielorrusia. Aunque Moscú no se vio amenazada de inmediato, la dirección soviética comenzó a pensar en trasladar los objetos de valor de la capital, uno de los cuales era, sin duda, el cuerpo del “líder de la Revolución rusa”.
Según las conclusiones de una comisión especial establecida para evaluar los daños potenciales que podrían causar al mausoleo los bombardeos aéreos alemanes, incluso las bombas pequeñas podrían reducirlo a polvo, tanto la construcción como el preciado contenido.
Se tomó entonces la decisión de trasladar el cuerpo y el 3 de julio el NKGB (nombre de los servicios de seguridad estatal durante un corte periodo de tiempo y antecesor del KGB) emitió una orden para ello. El cuerpo de Lenin debía ser enviado, sin demora, en un tren especial a Siberia, a la pequeña ciudad de Tiumén. La ciudad fue elegida por Stalin porque no era un centro estratégico y, por lo tanto, no era un objetivo importante para los invasores.
La evacuación tuvo lugar justo a tiempo. En cuestión de semanas, el 22 de julio de 1941, comenzaron a llover las primeras bombas alemanas sobre la capital soviética.
El vagón que llevaba el cuerpo de Lenin estaba equipado con amortiguadores especiales e instalaciones que aseguraban el microclima necesario, todo ello supervisado por un equipo de especialistas.
Oficiales del NKGB estaban encargados de la seguridad, tanto a bordo del tren como en las paradas a lo largo del camino. La ruta que iban a recorrer fue cuidadosamente revisada de antemano.
El viaje a Tiumén, que habría sido de 1.500 km si el tren hubiera viajado directamente hacia el este, fue más largo, ya que hizo un desvío hacia el norte, a través de Yaroslavl. Se escogieron los deshabitados territorios de esta región para evitar cualquier percance en la misión secreta.
Llegaron a salvo a Tiumén el 7 de julio. Los líderes locales recibieron el tren y solo entonces descubrieron qué era el “paquete secreto” que habían estado esperando. El cadáver de Lenin hizo el viaje junto con su corazón, parte de su cerebro y una bala de un fallido intento de asesinato.
El sarcófago con el cuerpo de Vladímir Lenin se colocó en el edificio vacío de una antigua escuela. El equipo de especialistas dedicados al embalsamiento vivía en las habitaciones vecinas. El perímetro exterior estaba protegido por la oficina del NKGB de Tiumén, mientras que las dependencias locales estaban custodiadas por oficiales de seguridad del Kremlin, procedentes de Moscú.
A pesar del nuevo escenario, siguió en pie el cambio de la guardia de honor. En Moscú también continuó esta tradición, para que nadie sospechara que el mausoleo estaba vacío.
El cuerpo de Lenin permaneció en Tiumén durante tres años y nueve meses, hasta que a principios de 1945 la dirección soviética decidió llevarlo de vuelta a la capital.
En esta ocasión no hubo prisa. La operación de vuelta tomó un mes. El 26 de marzo el cuerpo del líder bolchevique volvió a su carcasa de cristal dentro del mausoleo, donde sigue todavía.
¿Sabías cómo se convirtió Lenin en líder de la revolución? Te lo contamos aquí.
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