Así traicionó Stalin al oficial de inteligencia que salvó a Moscú durante la Segunda Guerra Mundial

Dominio público, Sputnik
El oficial de inteligencia soviético Richard Sorge valía un ejército entero. Sus informes no sólo salvaron a Moscú durante la Segunda Guerra Mundial, sino que también contribuyeron significativamente a la victoria sobre el nazismo. Sin embargo, Stalin tuvo una manera peculiar de ‘agradecérselo’, permitiendo que fuese ahorcado por los japoneses.

En el otoño de 1941 estaba en juego el resultado de la guerra soviético-alemana: las tropas de Hitler estaban a las puertas de la capital de la URSS. Sin embargo, después de algunos choques brutales y agotadores, el Ejército soviético pasó a la contraofensiva y consiguió expulsar al enemigo.

La victoria fue posible gracias a la llegada de nuevas divisiones soviéticas, trasportadas a Moscú desde Siberia, donde habían estado esperando un ataque japonés.

Stalin nunca habría permitido la retirada de estas fuerzas soviéticas del Lejano Oriente si el espía soviético Richard Sorge no hubiera informado que Japón no iba a atacar a la Unión Soviética en 1941. Gracias a esto, un hombre salvó la capital de la Unión Soviética cuando todo parecía perdido.

En Japón

Richard Sorge nació para ser oficial de inteligencia. Atractivo, elegante e inteligente, era bueno haciendo amistades útiles, que explotaba a la perfección para obtener información vital.

A la edad de 29 años, el joven comunista alemán Richard Sorge se trasladó a la URSS, donde pronto fue reclutado por el servicio de inteligencia soviético.

En 1933, Sorge fue enviado a Japón, donde se hizo pasar por un periodista alemán. Todo lo que le quedaba de vida estuvo ligado a este país y fue allí donde encontró su fin.

Su personalidad inteligente y amistosa permitió que Richard Sorge estableciera relaciones fácilmente con la gente. Uno de sus contactos más importantes era el embajador alemán en Japón, el general de división Eugen Ott, que tenía acceso a todos los secretos de la Alemania nazi.

Ott confiaba completamente en Sorge, y de hecho era la principal fuente de información importante del oficial de inteligencia soviético. Ott a menudo compartía información y pedía consejo a Sorge, ya que pensaba que este trabajaba para el servicio de inteligencia alemán, sin tener idea de quiénes eran los verdaderos jefes de Sorge...

La otra fuente importante de Richard Sorge era el periodista japonés Hotsumi Ozaki. Asesor del primer ministro Fumimaro Konoe, era un devoto comunista y agente de Sorge, que tenía acceso a los más altos oficiales del Japón imperial.

Las sospechas de Stalin

A pesar de la importante y útil información que Sorge enviaba a Moscú, los líderes soviéticos sospechaban mucho de su oficial de inteligencia en Japón. Alemán, apasionado por las mujeres y el alcohol, con amigos como el ministro de asuntos exteriores nazi Joachim von Ribbentrop, Sorge era visto por los soviéticos como un agente doble.

Sin embargo, conseguir crear una red de espionaje en un país tan cerrado como Japón no era tarea fácil, y los líderes soviéticos no tuvieron más remedio que mantener a Richard Sorge como su principal fuente en el país del Sol Naciente.

Durante la serie de represiones llevadas a cabo en la URSS a finales de la década de 1930, conocida como la Gran Purga, la inteligencia soviética fue literalmente decapitada, con todos sus líderes ejecutados, incluyendo colegas cercanos y amigos de Sorge. Él mismo fue convocado a Moscú para mantener “conversaciones”.

Temiendo perder la vida, Richard Sorge se negó a viajar a Rusia, arguyendo que tenía demasiado trabajo que hacer en Japón. Esto enfureció a Stalin, que se volvió aún más desconfiado hacia “ese alemán”.

Estas sospechas se mantuvieron a pesar de que los informes de Sorge ayudaron significativamente a las tropas soviéticas a prepararse y derrotar a los japoneses en las batallas del lago Jasán (1938) y Jaljin Gol (1939).

A pesar de estar a miles de kilómetros de Europa, Richard Sorge tenía importantes vínculos con altos funcionarios alemanes y a veces estaba mejor informado sobre lo que estaba ocurriendo allí que algunos funcionarios de inteligencia soviéticos en Europa.

Numerosas veces Richard Sorge advirtió a sus jefes sobre los planes alemanes de atacar a la Unión Soviética a finales de junio de 1941. Sin embargo, esos informes fueron ignorados.

Cuando Sorge fue arrestado por los japoneses, comentó durante el interrogatorio: “Hubo días en los que envié 3 o 4 mensajes encriptados a Moscú, pero, al parecer, nadie me creyó”.

Salvar a Moscú

La actitud hacia Sorge cambió completamente después de que el inicio de la Operación Barbarroja confirmara sus palabras. Richard Sorge finalmente se ganó la confianza de Stalin.

El 14 de septiembre de 1941, Sorge envió tal vez el mensaje más importante de su vida. “Según mis fuentes, los líderes japoneses han decidido no iniciar hostilidades contra la Unión Soviética durante este año”.

Esta vez las palabras de Richard Sorge fueron tomadas en serio. Se cree que este mensaje finalmente convenció a Stalin para que ordenara el redespliegue de más de una docena de divisiones, nuevas y bien entrenadas, del Lejano Oriente en defensa de Moscú, donde cambiaron las reglas del juego.

El 5 de diciembre, las fortalecidas tropas soviéticas pasaron a la contraofensiva y expulsaron a los alemanes de la capital soviética. La Wehrmacht sufrió su primera derrota importante de la guerra.

Arresto y olvido

En octubre de 1941, Richard Sorge y toda su red de espías fueron arrestados por los japoneses. Al principio, los alemanes no creían que Richard Sorge, que fue proclamado mejor periodista alemán de aquel año, fuera un espía soviético. Todas sus peticiones para liberarlo fueron denegadas.

Después de que se confirmara el trabajo de Sorge para la inteligencia soviética, los japoneses contactaron dos veces a los soviéticos con respecto a su futuro destino. Ambas veces el lado soviético respondió lo mismo: “Nosotros en la Unión Soviética no sabemos nada de ese tal Richard Sorge”.

Aunque se desconoce la razón exacta por la que los soviéticos se negaron a intercambiar a Sorge, se cree que Stalin no podía perdonarle por haber reconocido que trabajaba para la URSS bajo interrogatorio, algo que un oficial de inteligencia soviético nunca debería hacer.  

Cuando Stalin abandonó a su suerte a su mejor oficial de inteligencia, Sorge quedó condenado. Como burla hacia los rusos, los japoneses lo colgaron el 7 de noviembre de 1944, en el aniversario del 27º aniversario de la Revolución rusa.

Durante 20 años el nombre de Richard Sorge fue olvidado en la Unión Soviética. Pero en Estados Unidos y Europa, por el contrario, su actividad fue bien estudiada. En 1964, Nikita Jrushchov vio la película francesa Qui êtes-vous, Monsieur Sorge? (¿Quién es usted, señor Sorge?) y quedó sorprendido.

Cuando Jrushchov se enteró de que Richard Sorge era una persona real, ordenó que se rehabilitara el nombre y la fama del oficial de inteligencia soviético. Sorge fue condecorado póstumamente con el Héroe de la Unión Soviética.

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