En la primavera de 1945 las tropas soviéticas y estadounidenses se movían inexorablemente al encuentro, mientras iban destrozando los restos del Tercer Reich desde direcciones opuestas. El encuentro entre los Aliados era inevitable. Ocurrió finalmente el 25 de abril en el río Elba, no lejos de la ciudad de Torgau en el noroeste de Sajonia. Este acontecimiento se conoce como el Día del Elba.
Cuando el 5º Ejército de la Guardia Soviética, comandado por el general Alexéi Zhádov, y el Primer Ejército del general Courtney Hodges se reunieron en el Elba, cortaron Alemania por la mitad, asestando un golpe mortal a lo que quedaba de las tropas de la Wehrmacht y de las SS.
Las tropas estadounidenses llegaron al Elba varias semanas antes que los soviéticos. En teoría podrían haber continuado su avance a Berlín. Sin embargo, como el comando Aliado abandonó los planes de atacar la capital alemana, los estadounidenses no cruzaron el río y esperaron a las tropas soviéticas.
Los primeros estadounidenses que se encontraron con los soldados soviéticos en el Elba fueron los miembros de una patrulla dirigida por el primer teniente Albert Kotzebue, cerca de la ciudad de Strehla. Más tarde, ese mismo día, cerca del puente destruido en Torgau, otra patrulla estadounidense, bajo el mando del segundo teniente William Robertson, se reunió con la patrulla soviética comandada por el teniente Alexánder Silvashko.
Al principio los soviéticos confundieron a los estadounidenses con los alemanes, pero pronto se dieron cuenta de su error. El oficial Alexéi Gorlianski recordó que estuvo a punto de disparar accidentalmente a los estadounidenses que se acercaban, pero no abrió fuego cuando uno de ellos gritó: “Muscovi-Washington. Hitler kaput. ¡Harrah!”.
“Cuando nos reconocieron, todos nos hicimos amigos”, recordaba el cabo James J. McDonnell. “No hablábamos ruso y ellos no hablaban inglés, pero los abrazos y apretones de manos eran elocuentes”.
Silvashko y Robertson fueron los elegidos para hacer historia. Durante las ceremonias y celebraciones oficiales, se hizo una foto de archivo en la que se saludaban calurosamente sobre un fondo de banderas soviética y estadounidense y un cartel que decía “El Este se encuentra con el Oeste”. La imagen se difundió por todo el mundo, convirtiéndose en un símbolo de unidad entre los Aliados.
A pesar del enfriamiento posterior de las relaciones entre los dos países, Robertson y Silvashko siguieron siendo buenos amigos durante el resto de su vida. El estadounidense visitó varias veces la Unión Soviética para ver a Silvashko.
Los soldados bebieron, bailaron e intercambiaron recuerdos: insignias, estrellas y parches de sus uniformes. “Di mi reloj de pulsera a alguien, que me dio el suyo”, recordaba Robertson. Oficiales de alto rango intercambiaron armas.
Aunque algunas tropas británicas estuvieron presentes, la reunión más importante con las tropas soviéticas se produjo poco después, a principios de mayo, cuando el Segundo Ejército Británico estableció contacto con el 3er Cuerpo de Tanques de la Guardia Soviética cerca de Wismar, en el norte de Alemania.
El Día del Elba comenzó un periodo de reuniones conjuntas entre los soviéticos, los estadounidenses y los británicos. A lo largo de los meses hubo conferencias y celebraciones solemnes. Después de este alegre acontecimiento, los soldados tuvieron que ceder el paso a los políticos, y dio comienzo la Guerra Fría.
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