Cuando los Aliados liberaron los campos de concentración nazis, se sorprendieron de lo que vieron: los prisioneros apenas podían mantenerse en pie. Estaban flacos, exhaustos por el hambre, la sed y las enfermedades, literalmente al borde de la muerte.
Algunos de estos prisioneros liberados no solo sobrevivieron y volvieron a la vida normal, sino que hicieron algo casi imposible. Pocos años después de vivir el horror de los campos, entraron en la arena deportiva y derrotaron a los atletas más fuertes del mundo en los Juegos Olímpicos de 1952.
Iván Udódov
Anatoli Garanin/SputnikIván Udódov tenía sólo 17 años cuando los alemanes lo enviaron al campo de concentración de Buchenwald en 1941. Lo abandonó cuatro años más tarde. Pesaba 29 kg y no podía caminar sin ayuda.
El deporte formaba parte del proceso de rehabilitación recomendado por sus médicos. Pero pronto el levantamiento de pesas se convirtió en la pasión de su vida.
Udódov trabajó duro y los resultados no tardaron en llegar. Ya en 1948 obtuvo el segundo puesto en el Campeonato del Sur de la URSS, y en 1951 se convirtió en el campeón de la Unión Soviética en la categoría más ligera (hasta 56 kg). Luego lo invitaron a formar parte de la selección nacional.
Los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952 fueron los primeros en los que participó la Unión Soviética, y fue Udódov quien ganó el primer oro del país. Sorprendentemente para todo el mundo del deporte, venció al favorito, al iraní Mahmoud Namjoo.
El levantador de pesas soviético Arkadi Vorobiov recordaba: “Éramos un equipo de veteranos de guerra. Tomará tiempo que la juventud de la posguerra se fortalezca. Y aunque aún no ha llegado la hora, los que experimentaron hambre, frío, heridas, trabajo agotador en la retaguardia y las pesadillas de los campos de concentración fueron los que se acercaron a la línea de salida. Aún así éramos muy optimistas. No era 1946 ni siquiera 1950. Nuestra fuerza había aumentado. Teníamos opciones de ganar el oro olímpico. Creíamos que nuestra valentía deportiva no sería menos que nuestra valentía militar. Iván Udódov fue el primero en ganar una medalla de oro. Y su éxito fue mucho más que una victoria deportiva…”.
Víktor Chukarin
Getty ImagesA diferencia de Udódov, Víktor Chukarin comenzó a practicar deporte profesional antes de la Segunda Guerra Mundial. A los 19 años se convirtió en el campeón en gimnasia de Ucrania. Pero la guerra alteró radicalmente los planes de este joven talento.
Chukarin se alistó como voluntario, fue herido y hecho preso. Pasó por 17 campos de prisioneros de guerra. En 1945, junto con otros prisioneros, los nazis lo enviaron a ahogarse en la “barcaza de la muerte” en mar abierto, pero los británicos lo salvaron.
Cuando Víktor regresó a casa, solo pesaba 40 kg. Su madre lo reconoció por la cicatriz que tenía en la cabeza.
Después de la rehabilitación, Chukrain comenzó a recuperar el tiempo perdido. En 1946 era uno de los 20 mejores deportistas de la Unión Soviética y en 1948 ganó el campeonato nacional de gimnasia. El siguiente paso fueron los Juegos Olímpicos de 1952.
En Helsinki, Víktor Chukarin, de 31 años, tuvo que competir con deportistas mucho más jóvenes, pero esto no fue un obstáculo para el triunfo. Ganó cuatro medallas de oro y dos de plata, convirtiéndose en el atleta más exitoso de los Juegos Olímpicos.
Yákov Punkin
Dominio públicoYákov Punkin sobrevivió a los campos de prisioneros de guerra alemanes por milagro. Como judío, se vio obligado a ocultar su verdadera identidad y a hacerse pasar por un osetio musulmán.
Yákov tenía miedo de que hubiera un traidor que pudiera revelar quién era realmente.
Al final de la guerra, Punkin pesaba 36 kg y estaba debilitado por el tifus y el hambre. Tan pronto como fue posible regresó a la lucha grecorromana, que había comenzado a practicar antes de la guerra.
Su vida deportiva fue increíble. En 1947 ganó el Campeonato del Ejército Soviético y antes de los Juegos Olímpicos de 1952 fue el tres veces Campeón de la Unión Soviética.
En Helsinki, a Yákov Punkin se le conocía como el “relámpago en la estera”. Ganó la medalla de oro en la categoría de hasta 62 kg, venciendo a Abdel Aaal Rashed. Antes del combate, el luchador egipcio dijo con orgullo que tardaría dos minutos en vencer a su oponente soviético. Yákov lo derrotó en tres minutos.
Los colegas de Yákov admiraban mucho su carácter y alababan sus nervios de hierro. “Nunca tengo miedo en la estera. Utilicé mi cuota de miedo en los campos de concentración”, solía decir Punkin.
Así trataron en la URSS a los prisioneros de guerra de la Alemania nazi.
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