Era la cuarta partida del Campeonato Mundial de Ajedrez de 1978 y el campeón mundial Anatoli Karpov (URSS) defendía su título contra Víktor Korchnói, otro gran maestro ruso. Korchnói había huido de su país dos años antes y estaba esperando que Suiza le concediera asilo político. La partida de ajedrez se presentaba como un devoto comunista contra un feroz traidor antisoviético. La política le dio un sabor escandaloso al encuentro, pero los juegos mentales involucrados realmente fueron lo que sazonaron de veras el enfrentamiento.
Víktor Korchnói en 1973
Fred Grinberg/SputnikUn extraño espectador entre el público llamó la atención de Korchnói durante la partida. ¡Apareció una persona peculiar! Se sentó en una de las primeras filas y me miraba, tratando de llamar mi atención. Y su conexión con Karpov era innegable. Estuvo sentado allí durante cinco horas seguidas, inamovible, como un robot... ¡Uno podía percibir un trabajo colosal en su mente!” escribió Korchnói sobre Vladímir Zujar, psicólogo militar y miembro oficial del equipo de Karpov.
Es habitual que los grandes maestros de ajedrez consulten a psicólogos durante los torneos importantes para mejorar su sueño y ayudar a relajarse después de las partidas, entre otras cosas. Pero Korchnói estaba seguro de que era víctima de la parapsicología. La llamó “antiajedrez”.
Karpov se convirtió en campeón del mundo de ajedrez en 1974 tras su victoria técnica sobre el legendario estadounidense Bobby Fischer. Cuatro años después, Korchnói no sólo se enfrentó a Karpov, sino a toda la Unión Soviética.
Anatoli Karpov jugando una partida de ajedrez. 1974.
Dmitri Donskói/SputnikComo judío que se negó a defender el himno nacional soviético y alguien que no tuvo miedo de denunciar públicamente la vigilancia del KGB sobre los ajedrecistas soviéticos que viajaban al extranjero, Korchnói fue reprimido en la URSS y vapuleado en la prensa. Por eso huyó de la Unión Soviética en 1976, dejando atrás a su familia, a la que se le negó la salida. Para empeorar las cosas, su hijo estaba amenazado de entrar prisión en aquel momento por negarse a servir en el ejército soviético. Korchnói fue declarado enemigo público. Finalmente, el gran maestro soviético, que ocupaba el segundo lugar en la URSS, recibió asilo en Suiza, pero para entonces sólo había pasado un año en Europa, lo que no era suficiente para que se le concediera la ciudadanía suiza.
Los dirigentes soviéticos estaban dispuestos a hacer todo lo posible para que Karpov triunfara sobre Korchnói “el desertor”. En 1978, en la ciudad filipina de Baguio, donde se disputó el partido decisivo, la delegación soviética contaba con varias docenas de personas e incluía a un supuesto parapsicólogo llamado Zujar.
Los ajedrecistas Anatoli Karpov y Víktor Korchnói durante su segunda partida en Filipinas, el 20 de julio de 1978
APEn una entrevista posterior, Karpov dijo que invitó a Zujar a su equipo de entrenamiento en 1974, durante su partida contra Korchnói en Moscú, después de ver que éste recurría a la ayuda del psicólogo Rudolf Zagainov. Así que, a pesar de que Zujar ya había estado presente en los partidos Korchnói-Karpov, Korchnói no empezó a hacer ruido con él hasta 1978.
“El público podía ver la conexión entre Zujar y Karpov”, escribió Korchnói. “Al principio, Zujar estaba sentado erguido; pero cuando empecé a analizar seriamente el tablero de ajedrez, se inclinó hacia atrás y cerró los ojos ¡casi en el mismo momento en que Karpov, que no estaba mirando al psicólogo, empezó a balancearse en su silla!”.
Dr. Zukhar in Baguio, 1978. https://t.co/VfCx04gBdKpic.twitter.com/3yogFaqhaI
— Olimpiu G. Urcan (@olimpiuurcan) July 3, 2016
Korchnói se volvió paranoico con la situación. Se quejó al árbitro y exigió que Karpov dejara de distraerle, a lo que el campeón respondió: “¡Me distraen sus gafas de sol de espejo!”. Korchnói escribió en su libro que llevaba gafas de sol “para privar a Karpov de su actividad favorita: quedarse en la mesa mirando a su oponente directamente a los ojos. Mientras llevaba gafas, sólo podía ver su propio reflejo”.
A cambio, Korchnói se quejaba de que el equipo de Karpov le pasaba yogur durante las partidas. Korchnói argumentaba que, o bien el color del yogur comunicaba cuál debía ser la siguiente jugada de su oponente, o bien se dopaba: “Me di cuenta de que después de comerse el yogur, Karpov empezó a jugar a la velocidad de una ametralladora”. Korchnói afirmó que el yogur venía con el añadido de esteroides de cortisona.
Durante las partidas posteriores, Karpov siguió balanceándose en su silla, por lo que Korchnói se retiró a los bastidores, donde cada jugador tenía una sala en la que podía analizar la posición de sus piezas en paz durante un tiempo. Cuando llegó la undécima partida, Korchnói invitó a su propio psíquico, Vladímir Berginer, de Israel, que se sentó en la quinta fila sin que nadie lo supiera. Pero no funcionó: en la decimoséptima partida, Karpov había logrado una ventaja de cuatro juegos. La primera persona que tuviera una ventaja de seis partidas sería declarada ganadora.
En la 17ª partida, Korchnói se sintió tan frustrado que exigió que las seis primeras filas de la sala de conferencias quedaran totalmente libres de espectadores, y la administración accedió. Pero Zujar se limitó a pasar a la séptima fila, donde fue rodeado por funcionarios y agentes soviéticos.
Después de la siguiente partida, Korchnói abandonó a su psiquico e invitó a un par de yoguis educados en Harvard para que le ayudaran. Steven Dwyer y Victoria Sheppard eran miembros de la secta meditativa “Ananda Marga”, y aceptaron “ayudarme gratuitamente”, escribió Korchnói. En cuanto aparecieron en la sala y se sentaron en la posición de loto, a Zujar le ocurrió algo. Se cubrió la cara con un pañuelo y salió de la sala para siempre. Los demás soviéticos le siguieron. Dos yoguis consiguieron expulsar a toda una delegación”.
Гроссмейстер Виктор Корчной занимается йогой. pic.twitter.com/J27CWRMQlq
— Котэ-МонЭ (@Chad_kutezha) April 19, 2019
Los soviéticos argumentaron que los yoguis solo debían ser autorizados a mirar si llevaban ropa normal, no sus túnicas naranjas. Más tarde, las autoridades filipinas revelaron que Sheppard y Dwyer estaban en libertad bajo fianza desde 1978 por el intento de asesinato de un diplomático indio. Como presuntos delincuentes, el dúo fue retirado del auditorio y poco después expulsado de Filipinas para siempre. Pero, contra todo pronóstico, después de que el yogui se marchara, Korchnói entró en una racha de victorias, y Zujar no aparecía por ninguna parte.
“Fue entonces cuando perdí el sueño”, recordaba Karpov. Se supone que los soviéticos estaban furiosos con el joven campeón por haber perdido ante el “despreciado y odioso” desertor. Hubo rumores de que Karpov incluso se planteó desertar él mismo a Occidente; al parecer, le preocupaba que le esperara un resultado sombrío si perdía.
“Mientras Zujar estaba cerca del escenario, Karpov ganó cinco partidas contra mí y perdió sólo una, y desde el punto, Zujar fue eliminado - ¡yo gané cuatro partidas!” escribió Korchnói. ¡Después de perder 5:2, Korchnói redujo el empate a 5:5!
Korchnói en Merano en 1981, su última partida importante contra Karpov.
Getty ImagesKarpov dijo más tarde que intentó utilizar la ayuda de Zujar para tratar su insomnio con hipnosis, pero el psiquico resultó ser un charlatán: “La primera noche y la segunda fue inútil. A las seis de la mañana, le dije: 'Vladímir , por favor, deja tus intentos, te oigo susurrar. Intentaré dormir yo mismo'. Y Zujar respondió: ‘Tienes un sistema nervioso muy fuerte, no puedo atravesarlo’”. Karpov argumentó que al hombre sólo le gustaba fingir que era un poderoso vidente ante la prensa extranjera y soviética. Por eso miraba a Korchnói y hacía un gran espectáculo marchándose bruscamente cuando llegaba el yogui. Todo esto distrajo a ambos jugadores.
Durante la última partida, cuando el marcador era de 5:5, Zujar apareció de repente en la primera fila, rodeado de trajes soviéticos. Esto fue demasiado para Korchnói, que se puso en plan de rabieta, discutió con las autoridades del torneo durante 15 minutos y perdió completamente la calma. Empezó a quedarse atrás y se acogió a su derecho de aplazar la partida, pero nunca consiguió recomponerse y se negó a terminar.
Karpov ganó el torneo por 6:5 y recibió un telegrama de felicitación del propio Leonid Brezhnev. Incluso se le concedió la Orden de la Bandera Roja del Trabajo cuando llegó a casa. Korchnói y Karpov volvieron a enfrentarse en 1981, pero el resultado fue el mismo y Karpov acabó venciendo. Quizá era un ajedrecista más fuerte que Korchnói...
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