No encontrará registros de ningún acontecimiento ocurrido en Rusia en la primavera o el verano de 1699. La explicación es sencilla: no hubo ninguno. Pero, ¿cómo pudo ser?
Antes de 1700, el Año Nuevo en Rusia se celebraba el 1 de septiembre y los años se contaban “desde la creación del mundo”, la llamada “Era de Constantinopla”. Según este sistema, en Rusia el año 7208 empezaba el 1 de septiembre, mientras que en Europa el año 1699 comenzaba el 1 de enero, 9 meses antes del Año Nuevo 7208 en Rusia.
En 1698, justo un año antes, Pedro el Grande regresó de su Gran Embajada, el primer viaje del zar ruso al extranjero. Tras pasar más de un año en Europa, Pedro se dio cuenta de lo difícil que era para los comerciantes y vendedores europeos hacer negocios con los rusos en septiembre, cuando éstos celebraban su Año Nuevo. Las celebraciones solían durar no menos de dos semanas y, durante ese periodo, los negocios quedaban en suspenso: los rusos estaban, naturalmente, bebiendo.
Pedro decidió ajustar la hora rusa a la europea. En su decreto del 19 de diciembre de 1699, ordenó que el 1 de enero se convirtiera en el primer día del nuevo año 1700 y que el Año Nuevo se celebrara a partir de entonces el 1 de enero, en lugar del 1 de septiembre. Así, el año 1699 duró sólo 4 meses: septiembre, octubre, noviembre y diciembre.
El zar argumentó que el cambio se hacía porque “muchos pueblos cristianos que se unen a nosotros al profesar la fe cristiana oriental, escriben sus años a partir del nacimiento de Cristo”. Sin embargo, el decreto decía que si alguien quería escribir ambas fechas desde la Creación y desde el Nacimiento de Cristo, podía escribirlas ambas - pero la “nueva” fecha debía usarse de todos modos.
Por supuesto, la reforma causó un gran revuelo entre el clero ortodoxo ruso: muchos de ellos estaban enfadados porque Pedro les estaba “robando” una gran parte del año 1699, junto con muchas fiestas y festividades importantes de la Iglesia ortodoxa. Todos los servicios e instituciones estatales también tuvieron que reeditar sus documentos y cartas para adaptarse a la nueva cronología. Para endulzar la píldora, Pedro promulgó otro decreto que establecía una celebración del nuevo año 1700 a la europea. Todos los que poseían un arma o un cañón estaban obligados a disparar una triple salva en la noche de la celebración y se animaba a la gente a decorar sus casas con árboles y ramas de abeto, algo que no se había visto antes en Rusia, donde las ramas de abeto se asociaban originalmente con los difuntos.
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