En memoria de los liberadores y liberados de Auschwitz

TASS / B. Borisov
El 27 de enero de 1945 el Ejército Rojo bajo el mando del mariscal Konev liberó el campo de concentración más grande del Tercer Reich. Russia Beyond publica los recuerdos de participantes y testigos de estos sucesos en el aniversario de la liberación.

Los prisioneros de Auschwitz fueron liberados por cuatro divisiones de fusileros del Ejército Rojo. Los soldados de las divisiones 107 y 100 iban en la vanguardia del ataque. En la última servía el mayor Anatoli Shapiro, cuya brigada de asalto fue la primera en llegar a las puertas del campo: 

En la segunda mitad del día entramos al territorio del campo, atravesamos las puertas principales, donde estaba la lema, Arbeit macht frei (“El trabajo os hace libres”) hecho de alambre. Era imposible entrar a los barracones sin una mascarilla. En las literas estaban apilados los cadáveres. A veces por debajo de las camas se asomaban esqueletos de personas medio vivas que juraban que no eran judíos. Nadie podía creer en que la liberación era posible.

En ese momento en el campo había alrededor de 7.000 reclusos. Entre ellos estaba el prisionero nº 74233, del que se desconoce su nombre:

De repente vi siluetas vestidas de blanco y gris cerca del campo. Eran alrededor de las cinco de la tarde. Primero pensamos que eran los presos que estaban regresando. Salí para ver quién era. Nos sentimos tan felices al ver que eran los soviéticos. Hubo entonces un sinfín de saludos y besos. Nos decían que nos fuéramos, porque aún no se sabía dónde estaba el enemigo. Dimos algunos pasos y regresamos.

El general teniente Vasili Petrenko, comandante de la división 107 de fusileros en 1945, estuvo en el campo poco después de Shapiro. En las memorias Antes y después de Auschwitz recuerda: 

Los alemanes sacaron a todos los que podían caminar el 18 de enero. Dejaron a los débiles y enfermos. Los pocos que podían caminar se escaparon cuando nuestro ejército se llegó al campo. Llevamos a las unidades médicas de los batallones 108, 322 y107, el mío. Los batallones de sanidad desplegaron unidades de baños y cocinas portátiles. 

El comandante de la compañía Vasili Gromadski también fue uno de los primeros en entrar en el campo de la muerte:

Tenían las puertas con cerraduras, no sé si era la entrada principal o alguna otra. Ordené que tiraran la cerradura. No había nadie. Recorrimos unos 200 metros y vimos a los presos, unas 300 personas con ropa de rayas, correr hacia nosotros. Estábamos alerta, nos habían advertido de que los alemanes podían cambiarse el atuendo. Pero realmente eran presos. Lloraban y nos abrazaban. Contaban que aquí exterminaban a millones de personas. Todavía recuerdo que nos dijeron que los alemanes habían enviado 12 vagones llenos de carritos de coche desde Auschwitz. 

Iván Martynushkin tenía 21 años en el 1945, era teniente mayor y comandante de la compañía de ametralladoras 322 de la división de fusileros. Recuerda que hasta el último momento desconocía que había sido enviado a liberar el campo de concentración:

Me acerqué a la valla con mi compañía, pero como ya era de noche no entramos. Ocupamos un espacio de vigilancia fuera del campo. Recuerdo que dentro hacía mucho calor y pensamos que los alemanes habían puesto la calefacción para ellos mismos. Al día siguiente iniciamos la operación.

Estábamos en un asentamiento grande, Brzezinka, con impresionantes casas de ladrillo, y cuando empezamos a avanzar nos dispararon de un edificio. Nos escondimos y solicitamos a nuestro comando que lo atacaran con artillería. Pero nos contestaron que no lo harían, porque ahí mismo había un campo con gente dentro, y debíamos evitar los tiroteos. Solo entonces entendimos para qué era la valla. 

Los corresponsales de guerra entraron al campo después de los soldados. Usher Margulis y Guennadi eran periodistas de la división 38 del ejército Savin.

Entramos en el edificio de ladrillos y miramos dentro de los cuartos. Las puertas no estaban cerradas. En el primero había un montón de ropa infantil: pequeños abrigos, pantalones, chaquetas y blusas. La mayoría tenía manchas de sangre. En el otro cuarto había cajas llenas de coronas dentales y prótesis doradas. En el tercero, cajas llenas de cabello femenino. Y al final la mujer (una de las prisioneras del campo) nos llevó a un cuarto lleno de elegantes bolsos para mujeres, carteras y otros objetos de piel. Nos dijo: “Todo esto está hecho de piel humana”. 

Auschwitz está liberado. Grigori Elisavetinski es nombrado nuevo comandante para gobernar la ciudad. En una carta a su esposa el 4 de febrero de 1945, escribe:

En el campo hay un barracón para niños. Allí llevaron a niños judíos de diferentes edades y gemelos. Experimentaban con ellos como si fueran conejos. Vi a un chico de 14 años, le habían inyectado queroseno en las venas por alguna razón “científica”.

Después le amputaron un pedazo de su cuerpo y lo mandaron a Berlín. Luego le colocaron otro pedazo de cuerpo. Ahora está en el hospital, lleno de yagas podridas y no podemos hacer nada para ayudarlo. En el campo hay una chica joven y bonita, pero completamente demente. Me sorprende que no todas estas personas hayan perdido la cabeza. 

Los liberados que todavía tenían algo de fuerza abandonan Auschwitz por su propia cuenta. Testimonio del prisionero nº 74233:

El 5 de febrero nos dirigimos a Cracovia. A un lado estaban las enormes fábricas construidas por los presos, que habían muerto hace tiempo debido al agotador trabajo. Al otro lado hbía otro campo de gran tamaño. Entramos allí y encontramos a los enfermos que, al igual que nosotros, sobrevivieron solamente por no haberse ido con los alemanes el 18 de enero. Seguimos caminando. Las alambradas sobre los postes de piedra nos acompañaron durante un tiempo. Estábamos familiarizados con ellos, eran símbolos de escalvitud y muerte. Nos parecía que nunca podríamos salir del campo. Finalmente lo conseguimos y llegamos a la aldea de Vloseniusch. Allí pasamos la noche, y al día siguiente, el 6 de febrero, continuamos. A lo largo del caminó nos recogió un coche y nos llevó a Cracovia. Somos libres, pero todavía no sabemos alegrarnos. Hemos vivido tantas cosas y hemos perdido a tanta gente.

Auschwitz en cifras

Más de un millón de personas fueron exterminadas. Según diferentes fuentes, entre 1,1 y 1,6 millones. La mayoría fueron judíos.

El exterminio masivo con gas empezó a finales de 1941 y alcanzó su apogeo en primavera y verano del 1944. En esos momentos llegaban al campo entre tres y cuatro trenes diarios, con 3000-3500 personas. Una décima parte se enviaba a trabajar, los demás eran enviados a cámaras de gas.

El campo de concentración tenía varios edificios. El campo principal de Auschwitz I fue construido en el lugar donde estaban los cuarteles polacos. Tenía una capacidad máxima de 15-18.000 personas.

Auschwitz II (Birkenau) se ubicaba a unos kilómetros del campo principal, en la aldea de Brzezinka. El número de prisioneros llegaba a 100.000. Estaban en peores condiciones y la mortalidad era mucho más alta.

Auschwitz III (Monovice) era una fábrica de químicos del consorcio IG Farben, con 39 pequeñas sucursales. La cantidad de reclusos alcanzaba las 30.000 personas.

El campo de concentración estaba vigilado por 6.000 miembros de la SS. Al terminar la guerra alrededor de 1.000 fueron descubiertos y extraditados a las autoridades de Polonia. 778 comparecieron ante un tribunal.

En enero de 1945, al informarse de que las tropas soviéticas se estaban acercando, los nazis evacuaron a 38.000 prisioneros. Los guardias de las SS que se quedaron exterminaron a más de 700 reclusos justo antes de la liberación. El día de la liberación había 7.000 prisioneros, procedentes de más de 20 países.

Las tropas soviéticas entraron en el campo alrededor de las 15 horas el 27 de enero de 1945. El número de bajas soviéticas durante las batallas por la liberación del campo fueron 231 soldados.

Fuente: documentos de la fundación “Holocausto

El artículo se ha preparado en base a documentos de la Fundación Rusa de Holocausto, las memorias de V. Petrenko “Antes y después de Auschwitz”, K. Zhivulskaia “Sobreviví al Auschwitz” y “Libro negro” de Vasili Grossman e Iliá Ehrenburg.

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