En la década de 1720, Kronstadt se convirtió en la principal base naval de la flota del Báltico. Formaba parte del complejo defensivo de la bahía del Nevá y cubría San Petersburgo desde el lado del golfo de Finlandia. También era una fuente de mano de obra naval y un puerto militar, comercial y de pasajeros.
Kronstadt necesitó rápidamente un dique seco para reparar la parte submarina de sus barcos. Las instalaciones similares de Europa tenían un grave inconveniente: se tardaba más de un mes en bombear el agua del dique, por lo que las reparaciones se demoraban demasiado. El ambicioso Pedro decidió solucionarlo y diseñó por su cuenta un dique ruso.
La idea del emperador era que el agua no se bombeara del muelle, sino que se drenara. Para ello, Pedro diseñó un sistema de tanques de diferentes profundidades. El muelle alcanzaba una profundidad de 10-12 metros y el estanque situado al este tenía una profundidad de 16 metros.
El agua debía fluir por el desagüe en un canal especial hasta la piscina durante el día y desde allí se bombearía al mar mediante vehículos tirados por caballos y molinos de viento.
Desde la idea hasta su realización pasaron más de 30 años. El dique fue encargado por la hija del zar, Isabel Petrovna, en 1752.
El dique seco en forma de cruz tenía 383 metros de largo y 20 de ancho y podía albergar 10 barcos a la vez. La longitud total de la estructura era de más de 2 km.
En 1774 se instaló una máquina de vapor escocesa para bombear el agua del estanque. Podía vaciar completamente el embalse en tan solo días. Más tarde se sustituyó por bombas eléctricas, y el dique funcionó hasta 2008.
Otro elemento singular de la estructura -el puente del muelle- se construyó en 1854. Es el único puente pivotante de San Petersburgo, y no un puente levadizo (la ciudad portuaria de Kronstadt forma parte de la Capital del Norte). Para que un barco pudiera entrar en el muelle, el puente se desplazaba 90º hacia un lado.
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