El académico soviético Yakov Zeldovich, citado por Stephen Hawking, nunca obtuvo un título universitario. Pasó casi 20 años confinado en la ciudad cerrada de Sarov: figura clave del proyecto nuclear soviético, sabía demasiado. Además, era un genio.
Autodidacta, defendió su tesis a los 22 años sin título de enseñanza superior. A los 25 años se doctoró en ciencias y, a los 29, recibió su primer Premio Stalin por sus descubrimientos en el campo de las explosiones y la combustión, su gran pasión. Ganó cuatro en total.
Junto con el físico Yuli Jaritón, llegó a imaginar la bomba nuclear en los años 30, cuando aún no interesaba a nadie. En los años 50 se convirtió en coinventor de la bomba de hidrógeno transportable RDS-6s, 20 veces más potente que la bomba atómica.
Pero su proyecto más ambicioso se remonta sin duda a 1958. En septiembre de 1959, la URSS lanzó el Luna-2, que se convirtió en la primera nave espacial en posarse sobre la superficie del satélite natural de la Tierra. Sin embargo, un año antes de esta misión, Zeldovich propuso equipar la sonda con una carga nuclear y provocar una explosión en la Luna. ¿Con qué fin? Demostrar la superioridad de la URSS en los ámbitos espacial y militar.
Una idea descabellada, sin duda, pero que contó con muchos partidarios en su momento. Afortunadamente, nunca se llevó a cabo: existía el riesgo de que la ojiva explotara contra la Tierra si el lanzamiento fracasaba.
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