La zona adquiere mayor importancia geopolítica.
Valeriy Melnikov/RIA NovostiEl Ártico es una de las regiones más ricas del mundo en cuanto a recursos naturales. Los científicos opinan que contiene el 13 % de las reservas no probadas de petróleo, el 30 % de las reservas de gas natural y un 10 % de los recursos de pesca del mundo, así como un ecosistema único. Por esta razón, la región es muy importante para los países circumpolares.
“El Ártico es una de las pocas zonas en las que la cooperación internacional (de los países occidentales) con Rusia (durante los últimos años, no solo no se ha reducido, sino que ha aumentado”, señalaba Dmitri Rogozin, presidente del Comité Estatal para el Desarrollo del Ártico, el pasado octubre durante la conferencia “Cooperación internacional en el Ártico: nuevos desafíos y vectores de desarrollo”, organizada por el Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia.
El diálogo entre los países circumpolares es realmente importante, sobre todo porque en el Ártico, cuyas aguas están divididas en sectores de responsabilidad pertenecientes a cinco países (Rusia, Estados Unidos, Noruega, Dinamarca y Canadá), todavía no se han definido completamente las fronteras que delimiten las aguas nacionales. La propiedad de estos sectores se establece según la plataforma continental y a menudo es difícil de determinar.
Por esta razón, las disputas continúan a día de hoy. En 2015 Rusia solicitó a la ONU expandir su territorio en el Ártico en 1,2 millones de kilómetros cuadrados. La solicitud de Rusia entra en contradicción con las exigencias territoriales de Canadá y Dinamarca. Por ahora, esta solicitud se está estudiando (Canadá no enviará su petición hasta 2018) y el destino de los territorios en disputa no queda claro.
“Cuando estábamos preparando la solicitud, ya sabíamos que se entraría en conflicto con los intereses de otros países, por esa razón trabajamos a conciencia en ella. Estamos dispuestos a demostrar científicamente que nuestro país debe expandirse como resultado de la plataforma del Ártico. Es importante que la política no interfiera en este argumento”, declaraba Arthur Chilingarov, doctor en ciencias geográficas y representante especial del presidente de Rusia para la cooperación en el Ártico y en la Antártida.
Debido a los recursos del Ártico y a los problemas territoriales sin resolver, algunas fuentes y expertos en los medios de comunicación consideran la región del Ártico como el escenario para un posible conflicto entre Rusia y la OTAN, un conflicto que podría llegar al plano militar. En abril de 2016 el observador del diario británico The Times Roger Boyes acusaba a Rusia de militarizar la región y de preparar una nueva guerra fría en ella.
En efecto, Rusia muestra una gran actividad militar en la región. En 2014 se creó un nuevo distrito militar en la base de la Flota del Norte en el Círculo Polar. Además, se están reformando los aeropuertos en el Ártico y construyendo nuevos barcos y submarinos.
No obstante, los expertos cercanos a la cúpula militar de Rusia afirman que no es correcto hablar de una “militarización”. Ígor Petrenko, profesor de la Academia Militar del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, comenta que Rusia no es el único país que desarrolla su actividad militar en el Ártico: todos los países de la región lo hacen. Como todos los demás, Rusia lo hace de forma legal y con el objetivo de garantizar su propia seguridad. “Rusia no tiene actualmente la concentración de fuerzas armadas que tenía la URSS en el Ártico”, señala Petrenko.
El experto subraya que Rusia no tiene en ninguna parte del Ártico superioridad respecto a los países de la OTAN (es decir, que la presencia militar es suficiente para la defensa pero no para emprender una ofensiva) y que el único objetivo de Moscú es mantener el statu quo. El resto de países del Ártico mantienen una postura similar.
Dmitri Tulúpov, profesor asociado de la facultad de Teoría e Historia de las Relaciones Internacionales de la Universidad de San Petersburgo, opina que la “militarización del Ártico” y la “batalla por el Ártico” no son más que clichés divulgados por los medios de comunicación. Según la opinión de Tulúpov, es necesario reflexionar sobre estas cosas con más sobriedad: la confrontación en el Ártico no beneficia a nadie, sería muy cara, muy arriesgada desde el punto de vista económico y supondría una grave amenaza ecológica para toda la región.
Ígor Petrenko opina que un conflicto como el de los escenarios de Siria y de Ucrania, en los que Rusia y Occidente apoyan a las partes enfrentadas de un conflicto interno y participan en una guerra indirecta, sería también imposible. “En el Ártico no hay un chivo expiatorio. El conflicto solo puede ser directo, y nadie está interesado en ello”.
El Ártico siempre se ha encontrado en el ámbito de los intereses de los países circumpolares miembros del Consejo Ártico (Rusia, Dinamarca, Canadá, Estados Unidos, Suecia y Finlandia). Pero en 2013 el Consejo Ártico se incrementó incluyendo a 12 países observadores, entre ellos China, India, Japón y Corea del Sur. Los expertos aseguran que esta tendencia refleja el creciente interés por el Ártico de los países que no se encuentran en la región.
La ruta marítima del Norte (NSR por sus siglas en inglés) no solo es atractiva para China, sino también para Japón y para los países asiáticos en general, según Dmitri Streltsov, decano de la facultad de Estudios de Oriente Medio del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú. “Para Japón, por ejemplo, la vía hacia Europa por la NSR es 12 días más corta que la ruta por el sur y pasa por regiones más seguras”, explica Streltsov.
Según el Ministerio de Transporte ruso, el flujo de mercancías por la NSR podría aumentar de los 4-5 millones de toneladas en 2015 a 65 millones de toneladas en 2020. Sin embargo, existen algunos impedimentos: los puertos poco desarrollados de Rusia en el Ártico y las duras condiciones climáticas. Por ahora, las posibilidades de calentamiento de la región son remotas. Los científicos creen que la NSR no será accesible para la navegación hasta dentro de 50 años.
A pesar de todo, la internacionalización de la región es inevitable. “El Ártico se está convirtiendo poco a poco en un terreno de utilidad global, como el espacio exterior o internet. Se está convirtiendo en un ámbito de gestión global en el que confluyen los intereses más diversos”, opina Vladímir Petrovski, científico sénior colaborador del Instituto de Estudios del Extremo Oriente de la Academia Rusa de Ciencias.
Serán necesarios los esfuerzos de toda la humanidad para un desarrollo sano del Ártico, por lo que no debemos temer la llegada de nuevos países a la región: necesitamos incrementar la cooperación y llegar a acuerdos, concluye el experto.
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