Reportaje desde Palmira tras su liberación

El Ejército sirio y las milicias con el apoyo de la aviación rusa liberaron el jueves por segunda vez la ciudad de Palmira que estaba en manos de los yihadistas desde diciembre pasado.

El corresponsal de Sputnik fue uno de los primeros que pudo entrar junto con los soldados en el casco histórico de la antigua ciudad, registrar los daños que los terroristas causaron a los monumentos y ser testigo de la operación relámpago de las fuerzas gubernamentales para recuperar el control de esta joya del desierto sirio.

Buenas noticias desde el desierto

1 de marzo. Los partes militares sobre el avance del Ejército comenzaban a llegar uno tras otro. Después de que los soldados arrebataron a los terroristas de Daesh (autodenominado Estado Islámico y proscrito en varios países, Rusia incluida) el control de los altos estratégicos, el pánico se apoderó de los yihadistas.

Una hora después las fuentes desde el lugar de los hechos informaron que los militares liberaron la ciudadela antigua que se levanta sobre la urbe conocida en el mundo entero.

Decidimos posponer el viaje por el desierto para la mañana siguiente por razones de seguridad.

Tras repostar combustible y llenar los bidones con gasolina lo único que queríamos era llegar en el momento preciso de la liberación de la ciudad.

Aventuras en el camino

Al llegar a los accesos de Palmira la carretera llena de cráteres por el estallido de los proyectiles y los vehículos totalmente destruidos de los terroristas delatan la fiereza de los combates que tuvieron lugar.

Las lenguas de fuego de los gasoductos que los yihadistas dinamitaron al replegarse hace un par de semanas y la ausencia total de comunicación también evidencian que aquí la guerra está presente.

Gran actividad antes del asalto final

En el cruce de autopistas cerca de Palmira tuvimos que esperar un poco por un pequeño "atasco" y es que los soldados sirios trasladaban tanques y camiones con pertrechos a la ciudad.

A lo lejos se oía el traqueteo de las ametralladoras, la artillería y los helicópteros, mientras que la humareda cubría los suburbios de la ciudad.

"Dicen que acaban de liberar la ciudad antigua, les sugiero que vayan allí con los militares y constatarlo con sus propios ojos", nos dice un reportero ruso en el acceso.

Cinco minutos después entramos en la zona de los hoteles y desde allí se ven las ruinas antiguas, pero el estruendo de los combates nos obliga a protegernos detrás de una de las paredes de un hotel que quedó en pie.

Cerca de nosotros pasan dos vehículos con oficiales sirios que seguramente conocen la ruta y vamos detrás de ellos.

La victoria con lágrimas en los ojos

Las columnas y las construcciones antiguas a primera vista parecieran que no sufrieron daños desde el año pasado.

Un comando sirio que avanza hacia ese pedazo de la "historia romana" con un ademán pide a todos que nos detengamos y luego nos avisa que podemos seguir.

En el interior del teatro romano vemos piedras esparcidas que pertenecían a una construcción que los terroristas volaron.

"Hace un año yo estuve sentado allí y escuché a la orquesta rusa, seguramente usted también estuvo aquí ese día memorable y lo de ahora ha sido una victoria con lágrimas en los ojos", nos dice el responsable del grupo y sus palabras nos traen a la memoria las melodías que tocó en ese entonces la orquesta dirigida por el maestro Valeri Guérguiev.

Baja la intensidad de los combates y la artillería golpea más relajada, al parecer, le da las últimas estocadas a las bandas terroristas que huyen a Deir Ezzor.

El avance rápido del Ejército sirio posiblemente salvó a Palmira, uno de los seis lugares de Siria declarados Patrimonio Mundial por la Unesco, de la destrucción total y es que los terroristas en su desesperada huida no tuvieron tiempo de materializar su macabro plan.

Los turistas del mundo entero tienen ahora una nueva oportunidad de contemplar la joya siria del desierto.

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