Fueron muchos los descontentos con los actos del zar reformador Pedro I, quien gobernó de 1682 a 1725. Introdujo la ropa europea, obligó a afeitarse las barbas, reformó el el gobierno de la Iglesia ortodoxa… ¡Anticristo, espía extranjero! ¿No lo cambiarían por otra persona durante su misión diplomática en otros países?
Los rumores no se apagaron ni siquiera tras la muerte del emperador. Y no han cesado hasta ahora.
En internet se pueden encontrar multitud de artículos que “demuestran” que el zar no era auténtico. Se señalan varios motivos: introdujo las reformas, se separó de su mujer y la envió a un monasterio y para colmo el envejecimiento que se produjo tras el viaje. Se señala también que en los retratos de juventud tenía una verruga, que no aparece en los retratos posteriores. Pero lo más significativo es que, tras el “cambio” de Pedro I, en la Bastilla apareció un misterioso prisionero conocido como Máscara de Hierro.
En el siglo XVIII, los nobles rusos se interesaron por la masonería. Entre ellos, había quien se tomaba los rituales en serio, y otros, como una simple diversión. De un modo u otro, el número de masones en los altos círculos de la sociedad era realmente muy grande. Y la simbología cabalística utilizada por los masones dio pie a que se hablase sobre sus relaciones con los judíos. Y de ahí a “beber sangre de niños cristianos” había solo un paso.
Actualmente, sumando todas las logias, en Rusia hay menos de 2.000 masones. Muchas logias se cerraron debido a su escasez de miembros. En cambio, el número de quienes creen en la conspiración masónica contra Rusia es mucho mayor.
Por ejemplo, el libro de Tatiana Skvortsova La Santa Rusia contra Jazaria fue publicado con una tirada de 35.000 ejemplares. En dicho libro se explica que los herederos del principado medieval de Jazaria, en el que estaba extendido el judaísmo, son quienes dirigen el mundo, tras haber entrado en connivencia con los católicos. La conspiración propuesta por esta autora no es solo judeo-masónica, sino judeo-masónico-vaticana. Y esto es solo un ejemplo.
Resulta curiosa la actitud hacia la figura de Vladímir Putin. Si anteriormente el presidente era incluido a menudo en el círculo de los líderes masones, junto con George Bush, tras la reunificación de Crimea con Rusia aparece con mayor frecuencia como un luchador heroico contra el mal mundial.
Entre 1948 y 1953, en la URSS se llevó a cabo una campaña contra los “cosmopolitas”. Se llamaba así a los intelectuales que mostraban una actitud escéptica hacia las autoridades y eran sospechosos de “idolatrar a Occidente”. En su mayoría eran judíos. Se los despedía de los cargos importantes y a veces eran arrestados. Un caso particular de esta campaña fue el llamado “asunto de los médicos”.
Este caso surgió a raíz de la muerte de Andréi Zhdánov, estrecho colaborador de Stalin. Una de las doctoras que le habían atendido denunció a unos compañeros suyos por haber diagnosticado a Zhdánov un infarto de miocardio demasiado tarde y prescribirle un tratamiento incorrecto. El resultado fue la represión masiva contra los “asesinos de batas blancas” que supuestamente causaban daño a la gente de forma intencionada. Entre las numerosas acusaciones se encontraba la de sionismo.
Tras la muerte de Stalin, cesó la persecución contra los médicos y todas las víctimas fueron rehabilitadas. Pero no sucedió lo mismo en el subconsciente colectivo. No es infrecuente encontrar a personas que no acuden al médico hasta el último momento. Hay quien teme ser atendido por los “médicos asesinos”, que son capaces de sacarle los órganos al paciente para venderlos o de probar en él algún fármaco peligroso. Incluso se desconfía de las vacunas: hay quien cree que las vacunas provocan autismo, mutaciones, infertilidad e intoxicación por metales pesados.
Además, con las vacunas introducen en la gente chips electrónicos. ¿No se lo cree? Pues pregunte a los 17.500 miembros del grupo “Estoy en contra de que se vacune y se pongan chips a los niños”.
Desde 1999, toda persona que trabaje en Rusia debe tener un número de identificación fiscal (NIF). Para la gloria de Satán, por supuesto. Pues, ¿qué es lo que dice el Apocalipsis sobre el Número de la Bestia? “Nadie podrá comprar ni vender sino quien tuviese la marca o el nombre de la Bestia, o el número de su nombre…”
¿Qué tiene esto que ver con el número 666? Cuando el NIF aún era solo un proyecto, circulaban rumores de que en cada número habría tres 6. Obviamente no era cierto. Pero en más de una web se encuentra la afirmación de que el Juzgado Federal de la ciudad de Prioziorsk, en la región de San Petersburgo, confirmó la existencia del “número del Diablo” en el código de barras del NIF.
Ninguna web estatal sabe qué es eso del “código de barras del NIF”. En el certificado de entrega del NIF tampoco hay ningún código de barras, pero eso no importa. Lo importante es pronunciar la palabra mágica. El código de barras siempre incluye por defecto la cifra 666: dos finas franjas divisorias al principio, en el centro y al final del código de barras lineal recuerdan a la imagen de la cifra 6 tal como se representa en la codificación.
Después de repetidas declaraciones de miembros de la Iglesia ortodoxa rusa explicando que los cristianos no cometen un pecado al usar el NIF o los códigos de barras, la agitación al respecto se apagó un poco. Sin embargo, hasta la fecha siguen activas y se actualizan con regularidad sitios web tales como “No al NIF” o “No al campo de concentración electrónico”. Entre otras cosas, en estos sitios se afirma que pronto se implantarán chips electrónicos con la marca 666 a todo el mundo.
Los estadounidenses están envenenando a los rusos mediante alimentos transgénicos y vacunas, implantan sus sistemas electrónicos y manipulan a los políticos. Pero lo principal es que pervierten a la juventud, actuando según el plan de Allen Dulles, jefe de la CIA de 1953 a 1961.
“Arrancaremos las raíces espirituales, degradaremos y destruiremos la base de la moral social. De este modo, vamos a sacudirlos generación tras generación. Actuaremos sobre la gente desde su infancia y adolescencia, y nuestra apuesta principal será siempre LA JUVENTUD: vamos a corromperla, pervertirla y destruirla. Los convertiremos en cínicos, degradados y cosmopolitas. ¡Así lo haremos!” dice este perverso plan que, por lo visto, no existió nunca.
El texto del plan fue publicado por primera vez en 1993, y más tarde se descubrió que había sido copiado casi textualmente de la novela La llamada eterna de Anatoli Ivánov, publicada en 1981. Sin embargo, la autenticidad del plan es algo en lo que creen incluso algunos políticos. Por ejemplo, en 2016 el gobernador de Samara acusó al opositor Alexéi Navalni de estar llevando a cabo el pérfido plan estadounidense.
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