Anastasía, hija del último zar de Rusia, Nicolás II. Fuente: Biblioteca del Congreso
Dominio públicoHija del último zar, Nicolás II.
Nació en 1901 y en 1918 los bolcheviques la fusilaron junto con toda la familia del zar en la ciudad de Ekaterimburgo. La joven princesa tenía tan solo 17 años. Durante mucho tiempo corrió una leyenda popular según la cual Anastasía no murió, sino que logró salvar la vida de milagro y huyó al extranjero, lo cual le concedió una fama considerable a título póstumo.
Esto hizo que aparecieran de súbito falsas Anastasías; en total hubo más de treinta. Estas leyendas se vieron reflejadas en la película norteamericana de dibujos animados Anastasia, de 1997.
Existe un cuadro de Valentín Serov denominado ‘Niña con melocotones’ (1887) que forma parte del acervo cultural ruso y es la tarjeta de visita de la galería Tretiakov. En él se representa, sentada a la mesa, a una niña cuyo rostro conocen muchas generaciones de rusos desde la infancia, puesto que en los libros de texto se incluía una reproducción del mismo.
Era Vera Mámontova quien posaba para el gran pintor ruso, hija del famoso mecenas y coleccionista Savva Mámontov. Más tarde, ya en edad adulta, Vera volvió a posar para el cuadro ‘La joven de la rama de arce’ (1896) de Víctor Vasnetsov, otro clásico de la pintura rusa.
Los tiranos tienen predilección por los posados con niños. Durante el mandato de Stalin, una de esas niñas fue Vera Kondakova. En la famosa fotografía la niña, que en aquel momento tenía siete años, entrega un ramo de flores al líder soviético durante los festejos del 1 de mayo. Tras la publicación de la fotografía se convirtió en un icono soviético. La invitaban a la radio y solía actuar en los escenarios de numerosos centros culturales.
En la vida fotográfica de Stalin hubo también otras niñas, como Enguelsina Markízova (procedente de la República de Buriatia) o Mamlakat Najangova (de Tayikistán), quienes protagonizaron un anecdótico episodio.
Cuando el padre de Enguelsina Markízova cayó víctima de la represión, la censura debía haber prohibido las imágenes de su hija con el líder.
Sin embargo, se había imprimido tal cantidad de fotografías que su retirada resultaba imposible. Entonces corrió el rumor de que Enguelsina era Mamlakat Najangova. Con la confusión, al final nadie distinguía entre la niña de Buriatia y la de Tayikistán.
Su historia comienza en 1982, en el apogeo de la Guerra Fría, cuando una niña norteamericana, Samanta Smith, escribió una carta a Yuri Andrópov (quien por entonces dirigía la URSS) en la que le preguntaba si finalmente estallaría una guerra nuclear. Andrópov tranquilizó a la niña norteamericana y la invitó a visitar la URSS.
Tras su visita, la administración soviética seleccionó a su propia niña para que representase el mismo papel; esta niña era Katia Lichova.
Hacia 1986, la joven Katia de 12 años superó un disparatado casting en el que participaron varios miles de concursantes y se fue de gira por varias ciudades norteamericanas como embajadora de la paz.
Durante varios años Katia Lichova fue tan famosa en Occidente como el primer astronauta, Yuri Gagarin, pero después los tiempos cambiaron y se marchó a París con su familia; finalmente regresó a Moscú y ahora concede entrevistas.
Nació en 1952 y murió en 1969, a los 17 años. Desde los cinco años, la niña daba muestras de un talento especial para el diseño gráfico, aunque nadie le había enseñado a dibujar. Lo cierto es que su padre era escenarista.
Nadia dibujaba directamente en limpio, sin croquis. Según decía ella, veía los dibujos con antelación. A la edad de 12 años inauguró su primera exposición. Se convirtió en una pintora famosa, cuyas ilustraciones se publicaban en numerosas revistas. A los 17 años murió de una hemorragia cerebral. En su honor, uno de los planetas menores recibió su nombre.
Otro ejemplo de talento y desdicha. En su infancia escribía unos poemas alegóricos brillantes.
A los siete años ya se habían publicado algunos de sus escritos en la prensa nacional. Cuando tenía nueve se publicó en Moscú un repertorio de poemas suyos con una gran tirada.
También por aquel entonces apareció en una película del poeta y director Yevgeni Yevtushenko, uno de los escritores más famosos de la época. Se fue a EE UU, donde conoció a quien después sería premio Nobel de Literatura, Joseph Brodsky.
Esta sensible y delicada niña era propensa a las crisis nerviosas. A los 16 años, en 1990, se marchó a Suiza para ser tratada en un centro psiquiátrico. Allí se casó con un psiquiatra y profesor que, en aquel momento, tenía 76 años. Un año después regresó a Moscú y en 2002 murió trágicamente tras caer de una ventana.
Natalia Gúseva
Una de las actrices más célebres de finales del periodo soviético. Gracias a su papel de Alisa Selezniova en la película de ciencia ficción La visitante del futuro, Natalia se convirtió en el ídolo de las niñas de la época y en un símbolo sexual para los adolescentes soviéticos.
Nació en 1972 y rodó la película en 1984.
La protagonista de la película, Alisa Selezniova, es una chica del siglo XXI que viaja en una máquina del tiempo al año 1984 en busca de unos piratas espaciales, que habían robado un dispositivo para leer el pensamiento y huyeron con él también a 1984.
Tras este tremendo éxito, Natalia rodó varias películas más, después de lo cual abandonó el cine para convertirse en bióloga. Ahora dirige una empresa de fabricación de equipos médicos.
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