El lago Karachái es un lugar que no vas a querer visitar nunca.
Legion MediaDesgraciadamente el lago Karachái no es un lugar adecuado para relajarse o tomar el sol. Durante los años 90 si alguien se quedaba en la orilla durante una hora podía exponerse a una radiación de 600 roentgen, lo que supone una muerte segura.
El lago está situado en la región de Cheliábinsk, en los Urales del sur y se conoce desde el siglo XVIII. A menudo estaba seco y en ocasiones llegó a desaparecer de los mapas.
Desde 1951, la Asociación de Producción Mayak, una de las mayores instalaciones nucleares en la URSS, vertió deshechos radioactivos en Karachái, que se renombró como la reserva de agua V-9.
¿Cómo se convirtió en algo tan peligroso?
Durante años las aguas del Karachái recibieron vertidos radioactivos, el lago tiene algo más de 1,5 km cuadrados y se cree que los sedimentos del fondo se componen de basura radioactiva en una capa que alcanza los 3,4 metros de profundidad.
Durante una sequía ocurrida en los años 60 se secaron algunas partes del lago y elementos peligrosos como el cesio-137 y el estroncio-90 se expusieron al sol. En 1967 un fuerte viento asoló la zona y expandió el peligroso polvo en un territorio de unos 2.700 km cuadrados, lo que puso en riesgo la vida de miles de personas.
Las autoridades se vieron obligadas a actuar y se tomó la decisión de sellar Karachái con un “sarcófago”, compuesto de una gran cantidad de rocas y de grandes bloques de cemento.
El proceso tomó más de 40 años y se completó el 26 de noviembre de 2015.
Durante años el lago acumuló tantos elementos peligrosos que las aguas emitían 120 millones de curios, más que el doble de lo que se emitió tras el desastre nuclear de Chernóbil.
El lago seguirá existiendo durante cientos e incluso miles de años como un lugar de deshechos radioactivos. Los investigadores dicen que es más seguro dejar los deshechos donde están en vez de tratar de llevarlos a otro lado.
Aunque el trabajo de los radiólogos no ha terminado, ni mucho menos. Según Yuri Mokrov, asistente del director general de la Asociación de Producción Mayar, ningún país tiene la suficiente experiencia como para mantener una reserva tan peligrosa como V-9. Por eso Karachái será monitoreado de manera constante en los años venideros.
Los métodos tradicionales incluyen la medición de la radiación gamma, la intensidad del volumen del aire y los radionucleidos cerca de la reserva de agua.
Además, se le presta una atención especial a las cuestiones geodésicas, para seguir los movimientos del suelo durante diferentes estaciones.
Al lago se le añadirán nuevas capas de escombro y tierra. En el futuro la zona se cubrirá de hierba y arbustos. Los árboles no están permitidos ya que las raíces pueden dañar los bloques de cemento.
A pesar de los años de monitoreo que se necesitan, los expertos aseguran que el lugar es seguro y que ni tan siquiera un tornado podría afectar a la reserva nuclear.
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