Era 1958. El lugar, Uliánovsk, una pequeña ciudad a orillas del río Volga, a 700 km de Moscú. La planta local de fabricación de automóviles produjo el primer vehículo todoterreno UAZ-450, cuya carrocería extendida y bordes redondeados lo hacían parecer una gigantesca hogaza de pan que, sin embargo, podía acomodar hasta 14 personas en su interior. Muy pronto el nuevo monovolumen recibió el apodo de Bujanka (un tipo de pan ruso), que incluso sus diseñadores adoptaron alegremente.
Inicialmente, el vehículo fue creado para satisfacer necesidades del Ejército soviético: formaba parte de los gigantescos preparativos que se llevaban a cabo para estar listos en caso de una guerra nuclear, algo que pocos dudaban que fuese inevitable. Habría sido un vehículo ideal para transportar heridos y muertos. Afortunadamente, la guerra no se materializó.
Pero la Bujanka resultó ser el mejor vehículo que se podría haber inventado para las duras condiciones de las provincias soviéticas más remotas. Podía acceder a zonas a las que ni siquiera los aviones podían llegar. El monovolumen fue probado sobre arena, hielo y en mitad de grandes chaparrones, y ya en 1959 se firmó el primer contrato para 35 vehículos Bujanka que debían utilizarse como ambulancias.
Las Bujankas se enviaron a Siberia, el extremo norte de Rusia y el lugar más frío de la Tierra, la aldea de Oimiakón, en Yakutia. También se entregaron varios vehículos a Indonesia y Siria.
La Bujanka también resultaba ser virtualmente indestructible. Aunque es obvio que no había pasado una sola prueba de choque. Cualquiera que haya ido al menos una vez en un UAZ-450 sabe que el viaje resulta bastante accidentado. Y sin embargo, este vehículo merece todo el respeto.
La Bujanka ha desarrollado su propia mitología. Según una leyenda urbana, es posible que se le acabe el aceite o que su embrague se rompa sin razón aparente y, sin embargo, el vehículo será capaz de llegar al garaje. O, según otro mito, cualquier mal funcionamiento de una Bujanka se puede reparar golpeando el vehículo con un mazo o maldiciéndolo.
Todavía se pueden encontrar Bujankas en cualquier ciudad rusa, dado que son utilizadas por la policía, ambulancias, y servicios de rescate. En zonas remotas, se utilizan como vehículos agrícolas y como transportes de ruta.
Son los vehículos Bujanka los quetodavía se utilizan para llevar a los turistas a los volcanes Vesubio y Etna. En Italia, los vehículos UAZ se convierten a menudo en “dachas móviles”: son lo suficientemente grandes para caber en ellos se pueda instalar una ducha, un inodoro, una estufa, un fregadero, un pequeño frigorífico y un sofá. Por cierto, hoy en día se puede comprar una “leyenda soviética” de segunda mano por unos 100.000 o 250.000 rublos (1.020-2.500 dólares).
En Japón, el diseño de UAZ goza de una popularidad aún mayor. Su diseño fue incluso tomado prestado por Honda para su camioneta T880. Los propios japoneses admiten que la Bujanka les recuerda a los coches japoneses de los años 60.
En 2023, este icono del automóvil ruso-soviético cumple 65 años. Para celebrar la ocasión, su fabricante ha lanzado una versión especial del vehículo, una furgoneta verde por 1,6 millones de rublos (unos 16.300 dólares). Cuenta con una batería de alta capacidad, parachoques eléctricos, portaequipajes con escalera y cabrestante. Los asientos están tapizados con tela resistente al desgaste con impregnación hidrófuga y acabados con doble costura blanca.
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