A finales de 2020 el Ministerio de Defensa ruso terminará las pruebas estatales del submarino nuclear 885M Kazán.
Se trata de los submarinos de propulsión nuclear con misiles de crucero más actuales.
Se han creado para defender los barcos en marcha, atacar barcos y bases enemigas con misiles de crucero y desconectar las comunicaciones enemigas con equipos radioeléctricos.
Estos submarinos son los primeros en estar equipados con un reactor nuclear de cuarta generación. Se espera que tengan una vida útil de 25-30 años y no tendrán que ser recargados. Gracias al reactor de nueva generación se reduce significativamente su nivel de ruido: el bucle de refrigeración primario del reactor facilita la circulación natural del agua y, por lo tanto, no requiere el funcionamiento continuo de las bombas de circulación principales, que son el principal factor de ruido en un submarino nuclear.
“Estos submarinos nucleares son algunos de los sistemas tecnológicos de armas más secretos. No suponen la continuación de la tecnología submarina de la era anterior, sino que son totalmente nuevos y diferentes. Cuentan con los últimos sistemas de puntería, además de componentes y mecanismos totalmente nuevos. Estos son los equipos más avanzados tecnológicamente de las escuelas de ingeniería soviéticas y rusas”, dijo Vadim Kozulin, profesor de la Academia de Ciencias Militares.
Estos submarinos del proyecto 885 tienen 30 torpedos y minas submarinas. Algunos de ellos se colocan en contenedores de transporte externo y de lanzamiento. Según varios informes, el coste de cada submarino es de más de 40.000 millones de rublos (casi 500 millones de dólares).
El principal armamento de los submarinos del proyecto 885/885M son los misiles Kalibr-PL.
Actualmente, los misiles de crucero Kalibr son la guinda del pastel del sistema de armas ruso. Cada misil tiene un alcance de 300-2.600 km. Además, en lugar de una trayectoria balística descendente, el Kalibr se aleja de la topología local directamente sobre las cabezas de las personas.
Otro factor importante es su carga explosiva. Los avances tecnológicos de la próxima década permitirán que cada ojiva de misil contenga un impacto casi nuclear.
“Será un arma de gran precisión, altamente maniobrable, sin contaminación radiactiva en la zona de ataque. Así que después del impacto, las tropas de tierra podrán operar en la zona”, señaló el experto militar.
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