Cinco tanques rusos muy raros… ¡y no todos disparan fuego! (Fotos)

Benutzer:Flo-star (CC BY-SA 2.0 FR)
Los tanques rusos son famosos desde se inventó la guerra acorazada. Hoy en Russia Beyond os traemos cinco de los más extraños que nos hemos encontado, desde el tanque trineo al más bajito jamás construído, pasando por uno que vomita agua y otro que dispara… excrementos.

Tanque de extinción de incendios ‘Huracán’

El ‘Huracán’ es una versión modificada del T-55 construida para combatir incendios de petróleo a gran escala. Se utilizó el chasis del T-55. Pero su torreta con cañón es reemplazada con un motor a reacción MIG-21 y múltiples boquillas de agua.

La extinción del incendio se realizaba con el "método del aerosol". Funciona atomizando con la ayuda de un motor a reacción. El agua se suministra en el pluma de escape del motor a reacción. El agua se atomiza por la corriente y se lanza a gran distancia. El efecto refrigerante esefectivo un radio de unos 100 metros.

El tanque-trineo

El tanque de trineo del inventor Pavel Grojovski era un trineo totalmente blindado equipado con tres esquís y un cañón en la parte superior de una torreta similar a la de un tanque.

El proyecto de este inusual vehículo blindado surgió en la década de 1930 en el seno de la Oficina de Diseño Especial de las Fuerzas Aéreas del Ejército Rojo.

El trineo aéreo tenía tres compartimentos: el de combate en el centro, el de motor-transmisión en la parte trasera y el de control en la parte delantera del casco. La torreta del tanque ligero BT-2 estaba montada en la parte superior del vehículo y contenía un cañón de tanque de 37 mm y una ametralladora de 7,62 mm.

El trineo aéreo debía ser manejado por un equipo de dos personas: el conductor y el artillero.

Objeto 775, el tanque soviético más ‘bajito’

A mediados de los años 60, los ingenieros militares rusos intentaron crear tanques “invencibles” armados con misiles. Como resultado, se creó el tanque más bajito de la historia del país, llamado Objeto 775.

La máquina de guerra sólo requería dos miembros de tripulación, lo que significaba que sólo debía tener 170 cm de altura, un metro menos que la mayoría de los carros de combate de la época. Pero a pesar de estar armado con misiles devastadores, el bajo perfil de la máquina redujo considerablemente la visibilidad de la tripulación.

Además, los haces para “iluminar” objetivos eran tan sensibles que incluso el humo los cegaba por completo, por no hablar de obstáculos y zonas altas. Esto es lo que finalmente envió a este blindado a sufrir una muerte temprana.

Hoy en día sólo existe un tanque de este tipo y se puede visitar en el museo de Kúbinka, también en los suburbios de Moscú.

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Objecto 279, el tanque para después de una guerra nuclear

Este tanque, el Objeto 279 parece más un ovni que un tanque real. Fue creado al principio de la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética y Estados Unidos trataban de fabricar máquinas de guerra capaces de funcionar después de un ataque nuclear.

Este tanque apareció en el escenario mundial en 1959, con todos sus ángulos creados en forma de elipsoide. Esto se hizo en concreto para que resistiese las ondas explosivas provocadas por ataques de misiles nucleares en el campo de batalla.

Este blindado también tenía cuatro orugas que le permitían superar obstáculos más elevados y duros en comparación con otros tanques de finales de los años 50. Así que la máquina era capaz de atravesar fácilmente pantanos y nieve. Su chasis también permitía al tanque superar las barricadas antitanque más habituales de la época. 

Sin embargo, sufría una serie de taras que eclipsaron todos sus puntos fuertes. En primer lugar, esta máquina no era muy maniobrable, por lo que se convertía en un claro blanco al que disparar en cualquier campo de batalla. En segundo lugar, era muy costoso producirlo y mantenerlo. Estas fueron las principales razones por las que la dirección soviética decidió abandonar este proyecto.

El tanque dispara-caca

A comienzos de la década de los años 10 de este siglo, el peterburgués Alexánder Gueórguievich Semiónov pensó que, en una hipotética III Guerra Mundial, los tripulantes de los blindados rusos, mientras avanzaban por una Europa asolada por bombas nucleares, usasen sus propias heces para rellenar los proyectiles que disparasen contra sus enemigos.

Como afirmaron en el Pravda, el autor del proyecto insiste en que esta tecnología resolverá al menos dos problemas: permitirá deshacerse de los excrementos y, al mismo tiempo, bajará la moral del enemigo. Para los que estén pensando ya que el tal Semiónov debía ser un friki de cuidado, el citado medio ruso aclaró que se licenció en la Escuela Militar Superior de Radioelectrónica y trabajaba como investigador principal en la Universidad Politécnica de San Petersburgo. A la edad de 59 años había patentado más de doscientos inventos en rehabilitación, tierra, espacio, criovacío y equipos especiales.

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