Las calles de Kliuchí, a tan solo 47 km de Shivéluch, quedaron cubiertas de ceniza roja cuando el volcán entró en erupción en el verano de 2013. Afortunadamente nadie resultó herido.
Bezimianni (Sin nombre) se despierta solamente cada varios cientos de años, más o menos, pero cuando lo hace las consecuencias son catastróficas. Explotó en 1956, entonces la columna de ceniza se disparó a una altura de más de 35 km y se creó un gran cráter en forma de herradura con un radio de 1,3 km.
La isla de Matua había sido utilizada como base militar tanto por el ejército japonés como por el ruso. Afortunadamente, cuando el volcán estalló en 2009, la isla ya había sido abandonada.
Con una altura de 4.754 metros, es el volcán en activo más alto de Eurasia. Suele haber erupciones cada cuatro o cinco años, pero los científicos han advertido de que en los últimos años su actividad ha aumentado significativamente.
Cuando este volcán se puso a echar lava en 1996, una fuerte explosión superficial arrasó con toda la vida silvestre que había en el cercano lago Karimski.
La erupción de Ebeko en 1859 dejó muchas de las islas Kuriles del norte cubiertas de vapor sulfúrico. Debido a ellos, los habitantes sufrieron dolores de cabeza y náuseas.
Cuando Kizimen saltó por los aires en 2009, lo hizo con tanta fuerza que la ceniza cubrió la mayor parte de la Reserva Natural de Kronotski (10.990 km²), una de las más antiguas de Rusia.
Este volcán ya no es una amenaza, pero en 1872 arrojó tal carga de cenizas y lava, que destruyó totalmente la cercana aldea de Ainu.
En Rusia puedes viajar al corazón de una erupción volcánica, aquí te contamos cómo.
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