El vuelo de Moscú a la capital de Osetia del Norte, Vladicáucaso, es regular y no hay ningún problema para llegar a esta república en el sur de Rusia. Es un viaje relativamente corto (2 horas y 20 minutos) y cómodo, ya que los aviones son tan buenos como en cualquier otro destino dentro de Rusia.
A menos que alguien te acompañe, estás viviendo este viaje por tu cuenta. En un día laborable normal, casi no hay gente paseando por las calles de la capital, Vladicáucaso. Comer como único cliente en una cafetería del centro de la ciudad no debe sorprenderte, pero puede hacerte sentir un poco indolente.
En las provincias, hay aún menos gente alrededor. Para que sea una experiencia más entretenida, viaja con tus amigos.
El campo es increíble. Prácticamente sólo hay en condiciones dos carreteras que conducen al sur desde Vladicáucaso, una a Osetia del Sur y el otra a Georgia. El paisaje está dominado por bosques de coníferas, montañas escarpadas, arroyos de montaña y caminos serpenteantes. La enorme belleza de la naturaleza convierte cada viaje rutinario en uno memorable.
Hay una estación de esquí en Tséi, en las afueras de Vladicáucaso, pero la infraestructura no es la mejor y las condiciones meteorológicas no permiten la práctica de la equitación a principios ni a finales de la temporada, como sí lo hace, por ejemplo, Sochi, mucho más desarrollado desde el punto de vista de la infraestructura.
La seguridad es mucho más laxa que en Chechenia o Daguestán, donde son comunes los puestos de control del tipo militar. Es seguro el andar por la ciudad durante la noche y el campo está demasiado despoblado para preocuparse por la seguridad.
Los animales salvajes pueden presentar algún peligro ocasionalmente si los turistas no respetan las normas de conducta en el medio silvestre. Los lobos, osos y leopardos pueden ocasionalmente entrar en contacto con humanos, pero esto sucede raramente y en la mayoría de los casos los animales pueden asustarse fácilmente.
Osetia del Norte está repleta de recuerdos de Iósif Stalin de todo tipo. Es común encontrar sus retratos dibujados en la superficie de una montaña, colgados en autobuses de línea; los libros sobre Stalin se venden en abundancia en las librerías locales. Los monumentos a este líder soviético se pueden ver en muchos lugares. Para un ruso medio, este culto a Stalin parece extraño y para algunos residentes incluso inapropiado. Sin embargo, la mayoría de los habitantes de Osetia del Norte respetan a Stalin y mantienen la creencia de que en realidad era de origen osetio. Aunque los historiadores serios lo niegan, la historia se mantiene en la mente colectiva de los habitantes de Osetia del Norte que, en su mayoría, aprecian la memoria de esta poderosa figura histórica.
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