Los que creen que un viaje de cinco horas en tren es largo... ¿qué pensarán de un viaje de 50 horas?
En verano de 2019 la periodista Marina Dmujóvskaia y el fotógrafo Georg Wallner hicieron el viaje en el tren más famoso del mundo y dicen que lo repetirán de nuevo. Según ellos, no hay tiempo para aburrirse.
“Vivir en un tren durante varios días, conocer gente y dejar el carro comedor preguntando '¿Mañana a la misma hora?' es diferente a cualquier otro tipo de viaje”, dice Marina.
Lo más divertido es viajar en un vagón platskart, donde hay 54 lugares para dormir en un espacio abierto.
“Todos los olores, sonidos y ronquidos se convierten en una pequeña vida”, recuerda Marina.
A veces, tras varios días en el tren, de repente tienes una parada de 30 minutos en una ciudad de la que nunca habías oído hablar antes. Es el punto culminante de tu día. Con un poco de suerte, puedes incluso conseguir un poco de pescado ahumado y una cerveza.
“Curiosamente, al principio de nuestro viaje, fuimos a una tienda de comestibles y pasamos mucho tiempo eligiendo qué comida deberíamos llevar para la siguiente parte del viaje”, dice Marina.
“Compramos salchichas, pan, galletas, calamares secos, plátanos, patatas fritas, manzanas y kvas. Y lo más lujoso y esperado del día fue el borsch y la cerveza en el vagón restaurante”.
La parte más interesante del viaje son las conversaciones con diferentes personas. La mayoría de los rusos se vuelven muy abiertos y a menudo cuentan a sus compañeros de viaje la historia de su vida, porque saben que lo más probable es que no se vuelvan a encontrar.
Marina creó un proyecto entero llamado “Mesto47”, en el que escribía todas esas historias. Dice que una de las personas más notables que conoció fue una mujer policía. Hablaba de su trabajo con mucha calma, a pesar de que sus historias eran absolutamente impactantes y horribles.
Otra compañera de viaje que Marina recuerda fue una chica de 17 años que escribía poemas, algunos patrióticos, sobre Siberia. Viajaba para inscribirse en la Universidad de Irkutsk. Marina se sorprendió al oír que la chica no quería ir a Moscú y decía que que no sobreviviría fuera de Siberia, sin en lago Baikal ni la taiga.
El fotógrafo Georg Wallner dice que disfrutó de estar desconectado durante este largo viaje. “No hay cobertura telefónica entre las ciudades, así que encuentras otras maneras de mantenerte ocupado. Mirar por la ventana, leer un libro, escribir un diario. Para mí supone eliminar una gran distracción, que me permite disfrutar mucho más del viaje. La monotonía hace que cada pequeño cambio de rutina sea emocionante. Una parada de 45 minutos en un pequeño pueblo se convierte en algo que se espera con ansia”.
Marina Dmujovskaia se sorprendió de lo diversa que es Rusia. No sólo porque los paisajes cambian de una región a otra. “Vi lo amable que es la gente, lo que rompió los estereotipos que tienen los extranjeros sobre lo fríos y reservados que son los rusos. Y lo curiosos que son sobre el mundo exterior. Cuando descubrían que Georg era extranjero, tenían un interés inmediato, y querían establecer algún contacto, a pesar de no hablar el idioma. Haría todo el viaje de nuevo. Tal vez la próxima vez en invierno, para ver diferentes vistas y la superficie congelada del lago Baikal”.
Echa un vistazo al podcast de “Mesto47” con versiones de audio de las historias humanas encontradas a lo largo de los 9.288 km del viaje en el Transiberiano. Disponible en los podcasts de Apple o dondequiera que los escuches.
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