1. Antiguos frescos bajo el iconostasio
La Catedral de la Asunción, construida a finales del siglo XV, es la iglesia principal del Kremlin y el lugar donde se coronaron los gobernantes de Rusia. La catedral sufrió graves daños en un incendio en 1626, y en 1642-1643 el zar Mijaíl Fiódorovich ordenó retirar sus antiguos frescos y pintar de nuevo las paredes de la catedral.
Imagínese la sorpresa de los actuales expertos en conservación cuando descubrieron antiguos frescos ocultos bajo el iconostasio. “Encontramos tres hileras de ornamentos sin inscripciones y sobre ellas medallones con imágenes de santos, - dice el conservador de la catedral Alexéi Barkov. - Las dos composiciones superiores datan de 1643, como la mayoría de las pinturas de la catedral. Pero las inferiores fueron creadas o bien a finales del siglo XV, cuando se pintó el primer iconostasio, o bien en 1515, cuando se completaron los trabajos de pintura en el interior de la catedral”. Uno de los frescos tiene restos de los accesorios del primer iconostasio, lo que sugiere por qué han sobrevivido los frescos. Lo más probable es que fueran demasiado difíciles de eliminar. Los conservadores continuarán ahora su búsqueda de frescos antiguos en el otro lado de la catedral.
2. Una araña de plata robada
Después de que el ejército de Napoleón invadiera Moscú en 1812, casi toda la plata de la Catedral de la Asunción desapareció. Solo quedó la tumba con las reliquias del Metropolitano Jonás: cuenta la leyenda que el santo se les apareció a los franceses agitando el puño, por lo que decidieron no arriesgarse. Mientras el ejército de Napoleón se retiraba, el botín (¡unos 300 kg de plata!) fue recuperado y devuelto a la catedral. Para entonces, ya había sido fundida, por lo que en 1817 se fundió de ella una araña de iglesia decorada con imágenes de flores y vides. Todavía puede verse en la Catedral de la Asunción.
3. La calle más antigua
Hace varios siglos, el territorio del Kremlin de Moscú estaba ocupado por viviendas de boyardos y comerciantes, patios de monasterios y apartamentos oficiales. Estaba lleno de calles estrechas bordeadas de un abigarrado conjunto de edificios. Desde el reinado de Iván III, el Kremlin fue escenario de constantes obras: se trazaron nuevas calles, se derribaron edificios antiguos y se levantaron otros nuevos, se instalaron y retiraron monumentos. En la actualidad, el Kremlin está compuesto de plazas amplias y zonas verdes, pero una callecita sin nombre ha sobrevivido aquí desde la antigüedad. Se encuentra entre las Cámaras Patriarcales y la Catedral de la Asunción y conduce, en un extremo, a la Plaza de la Catedral, y en el otro, a la entrada central de la catedral. ¿Quiere ver cómo era el Kremlin hace cientos de años? Oriéntese por la cruz a la izquierda del edificio de la Catedral de la Asunción.
4. Fantasmas de edificios en ruinas
El Kremlin perdió muchos de sus monumentos arquitectónicos, tanto en la primera década después de la revolución de 1917, como durante las numerosas reconstrucciones anteriores. En los lugares en los que se encontraban algunos de ellos quedan interesantes artefactos. Por ejemplo, en la plaza situada frente a la Campana del Zar se pueden ver fragmentos de los cimientos del Pequeño Palacio de Nicolás, que el emperador Nicolás I solía visitar. No muy lejos de ella, bajo un cristal se pueden ver fragmentos del Monasterio de Chudov que fue destruido en 1929. Detrás de estos yacimientos arqueológicos hay un nuevo museo subterráneo, que se inaugurará próximamente.
5. Un pozo secreto
La Torre del Arsenal de la Esquina (que se encuentra junto a la Tumba del Soldado Desconocido) alberga el único pozo que se conserva en el Kremlin y uno de los más antiguos de Moscú. La torre fue construida a finales del siglo XV en el emplazamiento de un manantial, con el fin de abastecer de agua a la fortaleza en caso de asedio. En varias ocasiones su nivel de agua subió tanto que inundó todo el edificio. Sólo en 1975 los científicos soviéticos descubrieron cómo se había resuelto este problema en la antigüedad. Resulta que había una galería que conducía desde el pozo hasta el río Neglinka, que ya corría bajo tierra entonces, donde se drenaba el exceso de agua. Cuando la galería se obstruye con desechos, el manantial inunda la torre. Hoy en día, el pozo ya no se utiliza, aunque técnicamente sigue funcionando y desagua en el Neglinka. El pozo está cerrado a los turistas por razones de seguridad.
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