A primera vista, todos estos mecanismos parecen más bien aterradores y parecen instrumentos de una cámara de tortura. Pero este es el aspecto que tenían las primeras máquinas de ejercicios hace más de un siglo. Sin embargo, la primera impresión se desvanecía cuando los pacientes probaban los aparatos y experimentaban el efecto positivo que provocaban.
El método ‘Zander’
Justo en el centro del parque de Yesentuki (ciudad turística del norte del Cáucaso, a 1.500 km de Moscú), entre baños minerales y galerías de agua, hay un pabellón centenario de “Mecanoterapia”, algo que hoy en día se llamaría club de fitness o gimnasio. Las instalaciones se inauguraron en 1902. Entonces, la ciudad ya era un lugar muy popular para quienes querían mejorar su salud utilizando sus ricos recursos naturales. Además, el aire fresco del Cáucaso y los fantásticos paisajes atraían a personas deseosas de un ambiente relajado y de inspiración (a músicos, actores y artistas famosos también les gustaba pasar sus vacaciones en la región). Así que las autoridades locales decidieron crear una atracción única para sus turistas: un lugar para practicar algo llamado “mecanoterapia”.
El término fue introducido por el médico sueco Gustav Zander para definir un método de tratamiento de ciertas enfermedades con masajes y ejercicios con la ayuda de aparatos de entrenamiento especiales. En 1865 abrió en Estocolmo el primer instituto de mecanoterapia del mundo. Las máquinas que utilizaba permitían a los pacientes entrenarse solos, sin ayuda de un asistente.
El método Zander se hizo muy popular en toda Europa y fuera de ella. En Rusia, el primer centro médico que aplicó la mecanoterapia se creó en San Petersburgo a finales del siglo XIX.
Cuando se inauguró en Yessentuki, el pabellón que albergaba los aparatos de Zander se convirtió en una sensación. El recinto contaba con vestuarios, duchas, gabinetes médicos y de masaje, así como con salas para el ocio. Su enorme sala de entrenamiento incluía hasta 60 aparatos: algunos de ellos estaban destinados a ejercicios musculares activos, mientras que otros funcionaban con motores especiales y servían para dar masajes. Entre otros, había prototipos de modernas bicicletas estáticas y máquinas que simulaban el montar a caballo o a camello (ambas equipadas con sillas de montar para hombres y mujeres). Las personas que sufrían problemas óseos y articulares, insomnio, trastornos digestivos, obesidad... se apresuraban a realizar allí una sesión de fitness. Había horas de entrenamiento especiales para hombres, así como para mujeres y niños.
Viaje en una máquina del tiempo
El pabellón de Mecanoterapia y sus aparatos sobrevivieron a la revolución y a las dos guerras mundiales. A lo largo del siglo, siempre hubo personas que lo utilizaron para el entrenamiento y la rehabilitación.
Ahora, más de 50 aparatos siguen funcionando y no son sólo artefactos de museo. El pabellón de mecanoterapia está abierto seis días a la semana y todo el mundo puede ejercitarse con los aparatos de Zander. Hay que señalar un pequeño detalle, pero muy ruidoso: como todos los aparatos están hechos de metal pesado y piezas de madera, cuando se utilizan todos juntos, producen bastante ruido.
Las personas que acuden a Yesentuki para recibir tratamiento, utilizan la mecanoterapia por prescripción médica, junto con baños minerales o de barro y el consumo de agua mineral. Y, para los turistas habituales, el pabellón de mecanoterapia parece un museo interactivo, por lo que vienen a probar las máquinas sólo por diversión.
Muchos admiten que cuando, por ejemplo, montan en un “caballo” centenario, les parece un viaje en una máquina del tiempo, e incluso dicen que el pabellón es el lugar más interesante de Yesentuki.
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