Un suministro limitado de Coca-Cola se infiltró en la Unión Soviética en vísperas de la década de 1930. Décadas después tampoco fue fácil conseguir la famosa bebida, ya que no se vendía en las tiendas. A menudo todo dependía de lo bien conectado que estuviera una persona.
El famoso mariscal soviético, Gueorgui Zhúkov, utilizó su posición para pedirle al general Dwight D. Eisenhower que le suministrara unas latas. Para mantener a salvo su lealtad ideológica si era visto bebiendo la bebida capitalista, Zhúkov exigió que la bebida fuera blanca y que estuviera en botellas sin marcar, decoradas con una estrella roja en la tapa de la corona, el símbolo del Ejército Rojo.
Con el tiempo, Coca-Cola perdió el mercado soviético frente a su principal competidor, Pepsi.
Los soviéticos descubrieron los jeans durante el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes celebrado en Moscú en 1957.
La importación de pantalones vaqueros a la URSS fue una empresa impensable y criminal. Pero eran muy deseados por la población. Como la oferta era extremadamente escasa, los dandies soviéticos estaban dispuestos a entregar cualquier cosa por un par de Levi's que normalmente compraban a los fartsóvschiks, los sombríos “empresarios soviéticos”, que obtenían productos fabricados en el extranjero de turistas y hombres de negocios.
La marca deportiva alemana tomó por asalto a la Unión Soviética gracias a la magistral estrategia de relaciones públicas de la compañía: los campeones olímpicos soviéticos en los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú subían al podio con las rayas distintivas de Adidas, aunque el logotipo de la empresa fue eliminado por orden del Gobierno soviético.
El truco no funcionó muy bien para el Gobierno y la popularidad de Adidas se disparó en la Unión Soviética inmediatamente después de los Juegos Olímpicos celebrados en la capital.
La combinación de un chándal de marca, zapatillas deportivas y una gorra era mortal para cualquier fashionista soviético. Adidas se convirtió en un símbolo de prosperidad y moda en la URSS y más tarde se transformó en un sello de la cultura criminal rusa.
Una vez que la goma de mascar llegó a la URSS, se convirtió instantáneamente en una nueva moneda para la juventud soviética. Se podía cambiar fácilmente por otras cosas y bienes más prácticos, y a menudo era reutilizado por muchas personas. Tirarlo era un tabú en las mentes de la mayoría de los adolescentes de la época.
En marzo de 1975, el chicle se convirtió tristemente en una causa indirecta de una tragedia que mató a 21 personas en Moscú.
Los relojes digitales fueron una innovación revolucionaria que inundó la Unión Soviética en la década de 1980. Casio y Seiko eran los principales productores, pero también había muchos otros modelos. Los relojes con calculadora o un altavoz incorporado estaban entre los modelos más populares.
El formato de vídeo VHS se difundió en la Unión Soviética en la década de 1980 y fue un éxito inmediato. Los ciudadanos soviéticos anhelaban películas hechas en países capitalistas con estrellas como Bruce Lee o Arnold Schwarzenegger. Le siguió el cine erótico, pero pronto fue criminalizado bajo la ley soviética. Los atrevidos empresarios establecieron rápidamente salas de cine en sus casas y cobraban a sus conciudadanos 50 kopeks o 1 rublo (1 dólar o dólar y medio) por el privilegio de ver una película con un montón de gente en un pequeño apartamento.
Estas motos se fabricaban en Checoslovaquia y se exportaban a la Unión Soviética en grandes cantidades. Eran el sueño de todos los adolescentes que crecieron en los años 80. Eso sí, eran más asequibles que otros productor, gracias a la camaradería socialista de Checoslovaquia.
La revista de moda alemana Burda comenzó a hipnotizar a las mujeres soviéticas cuando apareció el primer número en 1987. Como fue la primera revista europea aprobada para la audiencia soviética por los censores del Gobierno, causó un gran revuelo e influyó en millones de mujeres soviéticas.
Los cosméticos escaseaban en la Unión Soviética. Pero en la década de 1970, el rímel, la sombra de ojos y el lápiz de labios se utilizaban cada vez más en la URSS, gracias a la producción local. Sin embargo, la calidad de los productos extranjeros era más alta y la marca más deseada era la francesa L'Oreal. La marca polaca Pollena también fue un éxito.
El Gobierno soviético no tenía problemas para proporcionar cigarrillos a sus ciudadanos. Sin embargo, en la década de los 80 hubo una escasez de tabaco en la URSS. Esto infló el valor de los cigarrillos fabricados en el extranjero. Marcas como Marlboro y Kent eran escasas y a menudo las traían desde el extranjero con turistas extranjeros o viajeros de negocios. Los fumadores trataban de comprar cigarrillos ilegalmente en hoteles y ferrocarriles.
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