El 6 de julio de 1936, en la Plaza Roja de Moscú, cientos de personas extendieron rápidamente una gigantesca alfombra de 9.000 metros cuadrados hecha de fieltro. Era un tiempo de escasez en la URSS, y debería haber una buena razón para despilfarrar una cantidad tan enorme de buen material para hacer válenki (botas de invierno). Sin embargo, esta alfombra se había confeccionado para el primer partido de fútbol que se jugaba a la vista de todos ante los muros del Kremlin. De pie en la tribuna del Mausoleo, Stalin iba a presenciar un partido que, inicialmente, debía durar sólo 15 minutos. Y todo el mundo temía que al tirano no le gustara el espectáculo.
En 1936, el fútbol en la URSS estaba en pañales: ese mismo año se celebró el primer campeonato nacional. El fútbol requería un serio apoyo financiero del Estado. Y en un estado dictatorial, como lo era la URSS en aquel momento, esto sólo podía lograrse ganándose la simpatía de Stalin.
En 1935, Nikolái Stárostin, capitán del equipo de fútbol de la URSS, creó una sociedad deportiva llamada Spartak con trabajadores de la industria civil como miembros. Stárostin usó sus conexiones para conseguir la celebración de un partido de fútbol jugado por los miembros del equipo Spartak (dividido en dos equipos: Rojos y Blancos) como evento de clausura del desfile deportivo anual que se iba a celebrar en la Plaza Roja.
El fútbol, claro, no se podía jugar en el pavimento adoquinado de basalto de la Plaza Roja, por lo que se encargó la creación de “césped”; pero durante el día, la plaza tenía mucho tráfico y el “terreno de juego” debería que ser cosido durante la noche… por los propios miembros de la sociedad Spartak, unos 300. Con agujas de zapatero e resistentes, cosieron los cuadrados de fieltro creando un campo de césped artificial gigante. Cada mañana, enrollaban la “alfombra” y la escondían detrás de los árboles que estaban cerca de los grandes almacenes GUM. Justo antes del desfile, el enorme tapete estaba coloreado de verde y las marcas del campo de fútbol estaban pintadas sobre el mismo.
El deporte era vital para la Unión Soviética en un sentido ideológico: unía a los diferentes estratos de la sociedad en torno a pasiones comunes y trascendía los ideales comunistas. Y lo que es más importante, era una forma de ejercitar físicamente a la población de cara a una posible guerra.
Plaza Roja, Mosсú. De la izq a la drcha: V.M. Mólotov, N.S. Jrushchov, I.V. Stalin.
TASSAsí, gimnastas, ciclistas, levantadores de pesas, equipos de baloncesto y voleibol, entre otros, demostraron sus habilidades en un ciclópeo espectáculo en la Plaza Roja. Los boxeadores llevaban literalmente 28 rings de boxeo sobre sus hombros, celebrándose continuas peleas en todos ellos. Dos camiones transportaron pistas de patinaje con patinadores artísticos que actuaban en ellas. Las jóvenes llevaban un retrato gigante de Stalin. En medio del frenesí del terror, todo el mundo hizo lo mejor que pudo pese al apogeo de la represión en la URSS.
Martin Mezhánov, un periodista deportivo que presenció el partido, escribió:
“Fue un partido raro en el que los jugadores no se empujaban entre sí, no cometían faltas... Cuando un jugador de la derecha de los rojos cogió el balón, un jugador de los blancos sólo lo siguió sin intentar cogerlo. Sabía que un delantero de los rojos llevaría el balón al banderín de córner y cruzaría al área, donde un delantero central marcaría con un cabezazo sin que nadie lo detuviera.
A los pocos minutos, la delantera de los blancos se precipitó hacia la portería de los rojos, y el balón entró en esta. Los porteros realizaban las paradas más espectaculares…”.
A Stalin nunca le gustó el fútbol ni mostró interés por él. Pero después de jugarse los 15 minutos completos, como estaba planeado, dio la orden de que se continuase el partido. Así que los jugadores del Spartak jugaron otros 15 minutos, terminando el encuentro con un gol espectacular por la esquina superior.
Los Rojos ganaron 4:3. El veredicto de Stalin fue escueto: “Jugaron bien”. Esto significaba que los funcionarios deportivos podían organizar campeonatos de fútbol, clases y asociaciones sin temer que el fútbol fuera declarado un “juego burgués” y declarado antisoviético.
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